Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios
¿A quién no le gusta la limpieza? Cuando se habla de que algo está limpio, se entiende que es algo que está libre de impurezas. Es interesante una definición de impureza encontrada en el diccionario de la RAE (Real Academia de la Lengua Española), dice: Falta de pureza o castidad.
Cuando en un recipiente se tiene una sustancia pura, quiere decir que no hay allí nada que no sea parte de esa sustancia. Cualquier cosa que se encuentre allí, ligeramente diferente a la sustancia original, es impureza.
Un corazón limpio, en consecuencia, es un corazón puro, y significa que no hay dentro de ese corazón nada diferente a lo que ese corazón contenía en el principio, cuando fue creado.
¿De qué estaba lleno el corazón del ser humano en el principio, cuando fue creado? De acuerdo al Génesis 1:26-27, Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, hombre y mujer lo creó, y de acuerdo a Génesis 2:7, insufló en sus narices aliento de vida.
Visto eso, se infiere que, al principio, el corazón del ser humano estaba lleno del Espíritu de Dios, es decir, lleno de Dios. Y como, según la primera carta del Apóstol Juan, 4:20, Dios es amor, en el principio el corazón del ser humano estaba lleno de amor.
Un corazón limpio es un corazón puro, que está lleno solo y únicamente de amor, por lo tanto, bienaventurado es, porque verá a Dios.
SI QUIERES SER FELIZ, EMPIEZA A LIMPIAR LA CASA.
Recordemos el afán de las madres por tener la casa limpia. Como les resplandecía el rostro al terminar la tarea de limpiar la casa. La limpieza de la casa les hacía feliz, y ese olor a limpio que se sentía, daba la sensación de frescura y de bienestar.
Eso aprendemos la gran mayoría desde pequeños, el lugar donde habitas, tu hogar, debe siempre estar limpio, porque la limpieza trae sanidad, te hace sentir bien, y, por demás, es bueno para la salud.
Eso mismo se puede ampliar a la ciudad. Imagínense una ciudad donde las autoridades no cumplan con su deber y no recojan la basura de manera organizada. Una ciudad donde los ciudadanos no tengan sentido de la higiene y de urbanidad, y tiren la basura donde quiera.
Una ciudad donde no se implementen programas de aseo de las calles y contenes, donde no se lleve a cabo ningún programa de mantenimiento de los parques y áreas públicas, ni haya planes de control de plagas, etc.
De seguro que esa ciudad será un habitad desagradable y maloliente, donde las personas no se sentirían a gusto. Además, sería una ciudad donde se correría el riesgo de contraer enfermedades y de que se produzcan epidemias, etcétera. No sería posible que la gente viva feliz en un lugar con esas condiciones.
Así como en la casa de cada persona, como en la ciudad donde vive se requiere limpieza para vivir en alegría, con mucha más razón se requiere limpieza en el corazón para poder ser feliz. La felicidad que te da vivir en un ambiente limpio es una felicidad circunstancial, la felicidad que te da vivir con un corazón limpio es una felicidad existencial.
Por eso, si se quiere ser feliz, bienaventurado, hay que empezar a limpiar internamente la casa, limpiar el corazón. Cuando se limpia el corazón, estamos preparando la casa para la llegada de Dios, de su Santo Espíritu que trae paz y felicidad duradera.
¿QUÉ SIGNIFICA SER LIMPIO DE CORAZÓN?
El Señor Jesús dijo en Lucas 6:45, “El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca.”
Y en Mateo 15:17-18, “…En cambio, lo que sale de la boca viene de dentro del corazón, y eso es lo que contamina al hombre. Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.”
Como se ve, un corazón no está limpio, cuando lo están ocupando sentimientos e ideas negativas, como los que cita Jesús en el párrafo anterior. Un corazón que juzga a los demás, que tiene malos pensamientos sobre otras personas, un corazón que alberga odios y rencores, un corazón con sed de venganza, no está limpio.
¿Cuál es el buen tesoro del corazón? Para contestar esa pregunta, es bueno remitirse a Primera de Corintios 13: 4-8:
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no es jactancioso, no se engríe; es decoroso; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. El amor no acaba nunca.
En esta parte de la Primera Carta a los Corintios del Apóstol Pablo, no se define el amor, porque el amor es indefinible, sino que se enumeran sus características y se describe su comportamiento, es decir, se le trata como a una persona, porque está describiendo a Dios.
Una persona con esas características y ese comportamiento que se acaba de señalar, es imposible que de Él salgan malas intenciones, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios e injurias.
Ser limpio de corazón es no tener el corazón contaminado con malas intenciones, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios e injurias. Ser limpio de corazón es no juzgar, no odiar, no tener sentimientos de venganza, etcétera.
BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN
Las personas de limpio corazón emiten un aroma a santidad sin darse cuenta. Cuando ven a alguien, no están viendo a un simple ser humano, están viendo a un hijo de Dios, una creación sublime y perfecta de Dios, en consecuencia, están viendo a Dios.
Por eso, una persona de limpio corazón sabe reconocer la mala actuación de un hermano cuando este no está en el camino correcto, y se entristece y ora por Él, porque le ama.
Por la misma razón, aunque juzga la acción o las acciones, no lo juzga a él, no piensa mal de él, sino que trata de comprenderle. Comprender qué hay detrás de la acción. Qué le está llevando a cometer ese hecho, y condena el hecho, pero no al hermano.
Y como resultado de no juzgar al hermano, tampoco surgen en las personas de limpio corazón malos sentimientos en relación a él, no le odia, no quiere ni busca venganza, no le desprecia, no le aparta ni le ejerce violencia, sino que le ama.
Una persona de limpio corazón, tiene la pureza en su corazón, es un reflejo de Dios que lleva a Dios en su propio corazón y ni siquiera lo advierte, porque el tamaño de su humildad lo hace sentir indigno de tal honor.
Una persona de limpio corazón es esencialmente feliz, feliz por naturaleza, porque la felicidad es su estado de ser, y, aunque se crea muy poca cosa para de verdad poder contemplar al Padre, es seguro que, además de llevarlo dentro, lo verá.
Por eso, Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.