Aprender y emular lo bueno

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EL AUTOR es periodista y sociólogo. Reside en Santo Domingo.

Resalta la vieja fuente de la sabiduría popular que es de gente inteligente y sensata el emular lo bueno, sin importar de dónde procedan quienes lo encarnan.

Tal aseveración adquiere mayor dimensión en el presente cuando el mundo, como hace tiempo fue previsto a transformarse en una auténtica aldea global en donde la verdad y llamada posverdad no luce ser propiedad exclusiva y absoluta de nadie.

Siendo así, brota como una realidad inexorable, cuando verdaderamente procuramos aportar al crecimiento y desarrollo integral, en cualquier conglomerado social, no colocarnos de espaldas ante lo que está ocurriendo a nivel universal en todos los órdenes.

Pretender desarrollarnos implica, necesariamente, analizar y conocer las diversas alternativas que las diferentes  fuerzas vivas de las discrepantes naciones del mundo vienen ejecutando como respuestas a sus acuciantes problemas y que debemos aquilatar en ánimo de readaptarlas a nuestra sociedad en particular.

Quiérase o no, se trata de un innegable imperativo de los nuevos tiempos.

Karla Edith Triguero

El Salvador

Enmarcados en la visión expuesta, ahora cuando se inicia un nuevo año escolar en el  país y quizás válida para las experiencias venideras, entendemos importante compartir lo que actualmente está ocurriendo en la hermana república de El Salvador en interés de mantener “el orden y la disciplina” en los diferentes centros educativos del sector público.

Se trata de un singular proceso impulsado por la recién nombrada ministra de educación, Karla Edith Triguero, reconocida en la sociedad salvadoreña como una dinámica profesional de la salud y la milicia.

A través de su cuenta X, la referida funcionaria ordenó que  a partir del próximo 1 de septiembre todos los centros educativos de la mencionada nación centroamericana iniciarán la jornada denominada “lunes cívicos”.

Hacemos mención de una novedosa iniciativa educativa cuyo objetivo fundamental es reforzar en los estudiantes la identidad nacional, el respeto a los símbolos patrios y la disciplina escolar, con la realización de actos cívicos, durante la primera media hora de clases, al inicio de cada semana del año.

De acuerdo con lo informado, los directores y directoras de cada escuela supervisarán y serán “los primeros responsables” para que los alumnos, docentes y el personal administrativo acaten las disposiciones.

Entre las medidas de “estricto cumplimiento” enunciadas por la funcionaria educativa se establece: llegada puntual y ordenadamente al recinto escolar, saludar correctamente, exhibir un uniforme limpio y un corte de cabello adecuado, presentación personal correcta, hacer presencia con disciplina ante la bandera, entonar el Himno Nacional, realizar oración a la Bandera Salvadoreña y presentar ponencias sobre personajes ilustres o hechos históricos de El Salvador, entre otras directrices.

También se puntualiza que el retiro del centro de estudio ha de realizarse en orden, reflejando una disciplina ejemplarizante.

De igual modo la capitana y ministra de educación salvadoreña Karla Edith Triguero destaca en su documento en referencia que ha instruido que se entregue a cada centro educativo la cantidad de 300 dólares para que puedan comprar banderas, guantes blancos para los abanderados y cualquier otra necesidad que tengan para poder llevar a cabo las actividades cívicas.

Con la iniciativa expuesta en estos párrafos, según se deduce en su exposición, es interés alcanzar entre los estudiantes un modelo de comportamiento social más acorde con la decencia, el orden y la disciplina, además de fortalecer el proceso de identidad con su país, respetando los símbolos patrios, ampliando su conocimiento sobre la historia nacional y despertando un mayor compromiso con el pasado, presente y futuro de El Salvador y la región.

Como colofón de estas líneas, quizás resulte interesante resaltar, a manera de osadía, que la iniciativa educativa en cuestión, con su rigidez y posibles falencias, sería interesante aplicar, con iguales propósitos, en el sistema educativo de carácter público dominicano, con la intención de posibilitar una realidad diferente en nuestras escuelas, sobre todo, al momento de analizar la relación educadores y educando.

Quién sabe si el modelo de autoridad y el método pedagógico que, en sentido general, exhiben en su cotidianeidad algunos de nuestros maestros, al igual que el irrespeto del alumno ante sus forjadores educativos, ponga en evidencia una metamorfosis más positiva para bien de nuestras familias y sociedad, en sentido general.

¿Entonces, por qué no intentarlo…?

 jpm-am

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