Alberto Ulloa, un pintor prolífero
POR DIONISIO BLANCO
A mi juicio, Alberto Ulloa (1950-2011) es un pintor internacional que supo combinar armónicamente la tradición con la vanguardia de su época, y dejó a la posteridad un gran legado artístico, como este que mostramos hoy, en esta formidable colección que el hermano Luis Felipe Cartagena fue atesorando paso a paso y que, como un gesto de agradecimiento al artista, la comparte con el público.
Recuerdo al hermano y colega Alberto Ulloa en los menesteres del arte, cuando fuimos compañeros en los años setenta de la Escuela de Artes Plásticas que funcionaba en el Palacio de Bellas Artes de Santo Domingo, ubicado en la Máximo Gómez esquina avenida Independencia; con los ojos saltones, mirada de frente, afable y siempre dispuesto a cualquier ejecución en los proyectos que se presentaran.
Desde esa primera juventud vi su magia expresiva buscando la luz y la sombra de los cuerpos, objetos que le rodeaban, la policromía aplicada sobre la tela en sus composiciones. Siempre activo en los movimientos rápidos que hacía con sus manos para llevar el color de la paleta a tela y que, cuando lo pienso hoy, me vienen a la memoria Van Gogh y Jackson Pollock, este último expresionista abstracto, creador de ¨la pintura de acción”. Pero Ulloa siempre la cargaba de mucha pasta.
Recuerdo cuando fue trasladada la Escuela de Artes Plásticas del Palacio de Bellas Artes al Palacio de Borgellá en la Zona Colonial, ubicado en la Isabel la Católica frente al Parque Colón y cuyo primer director fue el maestro y amigo Guillo Pérez. Allí recibimos clases de paisajes con la profesora Marianela Jiménez, quien fue la mejor discípula de George Hausdorf y de José Gausachs. De ahí sus finos conocimientos de la técnica de la acuarela, la cual aprendimos de ella pintando paisajes en la misma Zona Colonial. Además, Marianela nos enseñó a ver el “celaje” en el paisaje, lo que me trae a la memoria al pintor francés André Lhote (1885-1962), quien fuera un maestro y escribió sobre el tema.
Alberto Ulloa pintó temas que representan la topografía del paisajismo marino del Ozama, donde captó diversos momentos de la luz que reflejan las casitas de Villa Duarte y las embarcaciones que allí existen.
En 1975 recibe la beca “Abelardo Rodríguez Urdaneta” y se marcha a España para estudiar en la Real Academia de San Fernando, en Madrid. Cuando regresa al país, nos reencontramos y lo visitaba en su taller, ubicado en la calle Hostos frente al Mesón de Bari; allí también tenía su taller José Ramírez Conde, quien había sido nuestro profesor en las clases de Composición y Pintura al Fresco.
En ese mismo edificio abrió su galería Ranier Sebelén, quien entra en escena con Alberto Ulloa y luego con el hermano Iván Tovar con el cual, junto con Silvano Lora, compartimos en la Logia Libertad Núm. 20, que estaba en la misma Zona Colonial.
jpm-am
muy importante arti**** de don dionisio, sobre uno de los grandes de la pictorica dominicana, pero que interesante seria si cada semana, nos sorprendiera con una biografia pictorica de los grandes artistas, que han pasado por este castigado y sufrido pais, que no acaba de encontrar su sendero de luz y desarrollo, muy por el contrario, hoy estamos asediados y a punto de perder nuestra esencia y nuestra nacionalidad como pueblo.