¿Adiós a las armas en Colombia?
«Las armas tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida«. Miguel de Cervantes
Juan Pablo II, papa de la Iglesia católica, expresó que «La paz exige cuatro condiciones esenciales: Verdad, justicia, amor y libertad». Frente a la paz gloriosa los discursos no bastan para que ese anhelo de paz pueda convertirse en algo verdadero y real. El filósofo chino Confucio manejó un concepto sumamente interesante sobre la paz que los pacificadores colombianos deberán tener en cuenta antes de entregase a tan sensibles y deseables propósitos: «Si no estamos en paz con nosotros mismos no podemos guiar a otros en la búsqueda de la paz».
Mientras por un lado en Colombia el gobierno del presidente Juan Manuel Santos pronuncia discursos sobre la paz y le otorgan el Premio Nobel en Suecia por esos «esfuerzos», sus discursos se parecen a aquella diatriba vacía pronunciada por Michel Temer ante la Asamblea General de la Naciones Unidas para tratar de presentarse ante los ojos del planeta como el nuevo líder de la mayor nación de Suramérica.
El poeta inglés Alexander Pope advirtió que «El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera». Los líderes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) pretenden dejar las armas bajo la premisa falsa de que el presidente Santos cree en la paz que ha firmado o que está a punto de firmar.
En tanto la guerrilla abandona sus armas por otro lado vemos cómo se fortalecen y avanzan los grupos paramilitares en los cantones o territorios donde la FARC-EP operaba y son asesinados selectivamente líderes intermedios de la guerrilla. Frente a esta paradoja nos parece que los colombianos están todavía lejos de decir con certeza aquel título de una película famosa de Frank Borzage protagonizada por Gary Cooper y Helen Hayes fruto de la historia escrita por Ernest Hemingway Adiós a las armas.
Lo que circula en las calles y avenidas de Colombia es que terratenientes y ganaderos de esa gran nación, azuzados, según se comenta, por el expresidente Álvaro Uribe Vélez podrían estar detrás del paramilitarismo con la intención de apoderarse de las tierras propiedad de humildes campesinos que se han visto obligados a huir de sus predios acosados por la guerra que se libra hace aproximadamente cincuenta años en ese país, de lo que podría colegirse que ese sector político y económicamente poderoso no está interesado en que se consiga una paz duradera en Colombia.
A la altura de estos movimientos por la paz cabe que nos preguntemos ¿Por qué los líderes de la (FARC-EP) deponen sus armas o capitulan tan apresuradamente sin importarle las bajas que suceden diariamente en su ejército irregular como resultado de una decisión que parece que no ha sido pensada con la mente fría y observando todas las consecuencias que podrían sobrevenirle a la guerrilla?
En círculos bien enterado de Colombia se habla de la enorme fortuna de los líderes de las FARC-EP y frente a esos comentarios nos preguntamos: ¿Sería cierto lo que se comenta en dichos círculos que los líderes de las FARC-EP han llegado a una paz torpe porque tienen interés de lavar su riqueza en dólares y en pesos colombianos, por lo que se necesita llegar a una paz a todas costas?
Ese dinero que alegadamente posee las FARC-EP ha originado una lucha a dentelladas entre banqueros colombianos y de otras nacionalidades que operan en ese país Suramericano, similar a la codicia que trajo en ciertos círculos de la banca dominicana unos cincuenta millones de dólares que tenia depositado Jean-Beltrand Aristide en Costa de Marfil, Sudáfrica y que un expresidente dominicano le envió a un prestigioso y artero economista a Haití para que asesora al presidente haitiano que depositara dicha suma en un banco nacional dominicano que luego quebró. El periodista y novelista español Alberto Vásquez Figueroa expresó: «El gran problema de la sociedad actual se centra en que no podemos vivir sin los bancos, pero no podemos sobrevivir con los actuales banqueros.«
Por otro lado se alude que dentro de la estructura media e intermedia de la guerrilla han surgido notorias contradicciones contra una rendición pura y simple, como la que han firmado los mandos superiores de las FARC-EP, a pesar de las conversaciones que se han suscitado para llegar hasta donde se ha podido llegar en el asunto de la paz.
Además se argumenta que la tardanza de una paz podría estar encasquillada porque todavía las partes en pugna, Gobierno y las FARC-EP, no han llegado a ponerse de acuerdo en una estrategia aceptable por ambos bandos que permita transferir el dinero proveniente de la guerrilla debido a que el monto es supuestamente tan grande que no cabría en un banco nacional. Se sabe que el dinero en papel moneda escondido en algún lugar bajo la tierra no se conserva en buen estado porque la humedad es el peor enemigo de los billetes.
Habría que esperar ver de dónde surge esa especie porque se sabe que la guerrilla tiene muchos simpatizantes pero también muchos enemigos poderosos en el poder y fuera de éste que suelen inventar cuantas mentiras se les antoje para dañar imágenes ajenas.
No obstante, lo que se observa es que tanto el gobierno de Santos y el jefe de las FARC-EP, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, podrían estar preparando un sabroso sancocho antioqueño para dárselo al pueblo a comer. Mientras se discuten tras bastidores los detalles del sancocho las FARC-EP y el gobierno de Santos han organizado una especie de teatro bufo o sainete para tratar de entretener al pueblo hasta que llegue el momento de presentarle el borrador final de la paz que suscribirán las partes en conflicto.
Ahora bien, es posible que las partes hayan entrado en la fase previa del acuerdo de paz y para ello se exige una etapa de preparación psicológica del pueblo. Para este espectáculo se levantó un escenario donde estaban presentes el presidente Santos y Londoño y en vez de la tradicional paloma blanca de la paz se sustituyó por un niño, que iba siendo pasado de mano en mano como símbolo de un mensaje conciliatorio entre las partes. Y el niño era mecido sobre brazos fuertes y todos los actores principales mostraron sus caras alegres de satisfacción, como si quisieran decir que estaban listos para firmar la paz.
Al parecer entre los actores no había ningún religioso, lo que los llevó a utilizar al niño en vez de aquella paloma de la paz que aparece en el relato bíblico del diluvio universal en el libro del Génesis. Tampoco se vio la paloma que la diosa del amor, Afrodita, tenía como mascota.
Creo que no se puede llegar a una paz duradera por el simple hecho de pretender ocupar la presidencia de un país. En una guerra como la de Colombia, tan larga y tan zarandeada, ha habido de un lado y de otros muchos sufrimientos y mucha sangre derramada, por lo que siempre quedarán rencores y heridas que no cicatrizan tan fácilmente.
Naturalmente, los líderes de la guerrilla olvidan que es entre los guerrilleros y no en la base de la sociedad civil colombiana donde está su principal activo para formar un partido político fuerte y unido. Si negocian una paz mostrenca podrían tener finalmente un partido político fraccionado y débil ideológicamente por los disgustos que podría suscitar una paz o más bien una capitulación que no cuente con la aceptación de toda la base guerrillera. Hay todavía muchos puntos neurálgicos que deben ser definidos antes de ser declarada la paz en Colombia.
Por ejemplo, ¿se ha diseñado una fórmula para la reinserción de los antiguos guerrilleros en la sociedad colombiana? Tampoco se habla de la seguridad de estos hombres y mujeres en las calles mientras sus enemigos se desplazan armados hasta los dientes, como aquella película homónima protagonizada por Robert Mitchum.
Reconocemos que la paz es un deseo altamente anhelado por el pueblo colombiano y por el mundo. Además, ha sido la sociedad colombiana que en definitiva ha aportado los hombres y mujeres para el combate, de uno y otro lado del teatro de guerra, y cuyas vidas se desangra infructuosamente en la manigua y en las calles de las ciudades cercanas a las refriegas. La paz en Colombia no tiene la dimensión histórica ni la grandeza de aquella paz de Campo Formio de 1797 firmada entre Francia y Austria por Napoleón Bonaparte y Ludwig von Coblenz.
En el caso de la paz en Colombia a las FARC-EP no se les permitirá entrar tan fácilmente en el seno de la sociedad política colombiana, como cuando regresó Napoleón Bonaparte a Francia con los laureles del guerrero victorioso y del pacificador, porque el obstáculo de la paz en las tierras del libertador Simón Bolívar es Álvaro Uribe Vélez y este no ha sucumbido como le pasó a Lazare Hoche, quien era el mayor rival del emperador de los franceses durante la primera República.
Sin embargo, vemos cómo se pavonea el presidente Juan Manuel Santos ante el pueblo colombiano como si se tratara de aquel guerrero victorioso y el gran pacificador del pueblo francés. Veremos cómo terminará todo este mejunje de la paz en la hermana república de Colombia.
jpm

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