A mi segunda princesa Aurora
La semana pasada, Aurora, mi segunda nieta, cumplió 6 años de vida, seis años de plenitud, de regocijo inconmensurable, de alegría y fiesta permanente. Mi otra princesa, Naiara, festejó sus 15 años, en agosto del año pasado, el que disfrutamos hasta el amanecer de un nuevo día, allá en los Estados Unidos, donde reside desde su nacimiento en el 2008.
Ahora, con Aurora y Naiara creciendo en tamaño físico y espiritual, así como en sabiduría y destellos amorosos y familiares, completo mi ciclo existencial, que junto a mis 3 hijas, esposa, hermanos, sobrinos, tíos, primos y más cercanos amigos, me sirven de soporte, de sillón, mesa, cama y almohada para mantenerme de pie y con suficiente deseo y gratitud de vida hacia el Creador del Universo por darme tanto y tan bueno.
Como lo hacía Naiara, en sus primeros años, mi princesita Aurora nos llena de luz, felicidad y alegría plenas; a todos nos facilita con su sola presencia, sus travesuras, sus curiosidades y angelical sonrisa, olvidarnos de las amarguras y dolencias cotidianas, de los sinsabores de la vida y de la tristeza por lo perdido y lo no alcanzado, en lo material y emocional.
Para mí nada llena más el alma y el corazón de un padre o de un abuelo que la compañía de un niño o niña, que explaya su sonrisa como el jardín de la vida, te abraza con la sinceridad de una madre abnegada y pura y te mira y toca como un ángel celestial, casi rozando las caricias de Dios. Nada humano se compara a la fidelidad y pureza que el amor de una niña.
Confieso que estos 6 últimos años, después de Dios, Aurora me ha facilitado aliento, fuerza y motivación para seguir viviendo, para sonreír y esperar su desarrollo en salud, sabiduría y felicidad. Para disfrutar con ella los mejores días y momentos de regocijo y plenitud en todos los aspectos de nuestra existencia.
Sin Dios y sin ella, mis tormentos y afanes cotidianos quizá me hubiesen provocado el colapso, o me habrían debilitado hasta la anemia crónica, física y mental. Pero ella llegó justo a tiempo para impulsarme, darme vida y mucha felicidad, esa que nadie puede medir ni en el tiempo ni en el espacio.
Y cuanto aprecio y valoro su inteligencia, su aguda creatividad, su amor a Dios, su pasión y fervorosa entrega familiar. Aurora es luz donde hay oscuridad, alegría donde hay tristeza y fiesta colectiva donde hay calma.
Después de cumplidos tus primeros 6 años, mi princesita Aurora, sólo espero que el Todopoderoso te siga bendiciendo en salud, cariño, fraternidad y sabiduría para que tu sonrisa nos siga irradiando, tus ojos iluminando y tu presencia fortaleciendo, para trillar junto a tí el camino del amor, la esperanza y la prosperidad. Cuando estás a mi lado es como si yo recibiera las caricias de Dios. Te amo mi bebita bella y hermosa.
jpm
hermosas palabras llenas de amor y sabiduría