Todos claman por Haití, pero nadie sale en su ayuda (OPINION)

imagen
El autor es economista

POR REY ARTURO TAVERAS

El clamor por Haití se siente a la distancia, desde todos los rincones del planeta como el eco vacío de un Lamento Silente en Medio de la Indiferencia Internacional, pero nadie sale a poner el dedo sobre la llaga que hace metátesis y se extiende al vecino más cercano República Dominicana.

En un rincón del Caribe, Haití grita con un eco desgarrador que resuena en los pasillos de la ONU, pero su clamor es ahogado por la indiferencia del mundo. Todos claman por poder Haití, un pueblo que ha conocido el sufrimiento y la pobreza como constantes en su historia, pero pocos levantan la voz en su defensa. Es un ciclo cruel: mientras República Dominicana se encuentra atrapada en la trampa del desamparo haitiano, su presidente, Luis Abinader, busca el auxilio internacional que nunca llega. Su llamado, cargado de desesperación, se convierte en un grito que se pierde en la vastedad del olvido.

El reciente pronunciamiento del presidente dominicano ante la ONU es un reflejo del desasosiego que se vive en la frontera. Abinader ha señalado, con razón, que la comunidad internacional, con excepción de Kenia, ha fallado en su compromiso de ayudar a Haití. La carga económica y social que enfrenta su país se vuelve cada vez más pesada, mientras los ecos de críticas se vuelven un mar que ahoga su búsqueda de soluciones. La deportación de miles de haitianos a la semana, aunque una medida desesperada, ha sido recibida con un torrente de condenas que, irónicamente, ignoran la raíz del problema.

Los defensores de los derechos humanos, organismos internacionales y hasta el Papa Francisco han alzado la voz, demandando un trato más humano hacia Haití.

Sin embargo, en lugar de ofrecer soluciones, se aferran a la crítica como un salvavidas en un mar de responsabilidades compartidas. El pontífice, en un acto de compasión, ha instado al mundo a no olvidar a sus “hermanos y hermanas haitianos”, una súplica que resuena como un eco de la historia, pero que aún carece de acción concreta.

Necesidades

Más que una intervención militar, Haití necesita alimento, medicina y trabajo. La verdadera solución no reside en el despliegue de tropas, sino en la creación de condiciones que permitan a su pueblo reconstruir su vida. En este contexto, la misión de Kenia se presenta como una oportunidad, aunque limitada, para aliviar la crisis. Pero, ¿es suficiente enviar tropas? La respuesta, desafortunadamente, es un retumbo de insatisfacción.

El reto se extiende a la comunidad internacional: ¿cuántos más deben sufrir antes de que se actúe? La solución a la crisis haitiana no es solo responsabilidad de República Dominicana; es un problema que exige un compromiso global. Las palabras del Papa Francisco son un llamado a la acción, una invitación a que el mundo no se convierta en un espectador pasivo ante el sufrimiento ajeno. La indiferencia no es una opción, y cada día que pasa sin una respuesta efectiva es un día más de sufrimiento para el pueblo haitiano.

Es hora de que la comunidad internacional se despierte del letargo y actúe. La historia no sólo recordará a los que critican desde la distancia, sino a aquellos que, con valentía, se levantaron para ofrecer ayuda. Haití necesita solidaridad, no más condenas vacías. La verdadera paz y reconciliación sólo podrán surgir cuando se escuche el lamento de un pueblo que ha estado demasiado tiempo en el silencio. Es momento de romper esas cadenas y, finalmente, hacer eco del clamor de Haití.

jpm-am

Compártelo en tus redes:
0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios