Aumentos de salarios y nuestra economía

Dos aspectos fundamentales para medir el grado de desarrollo de una sociedad son la calidad de su infraestructura y el nivel de sus salarios.

En lugar de seguir el manual de los países exitosos, Quisqueya, teniendo
todo para triunfar, opta por atajos que solo la conducen al fracaso.

Está claro que la máxima ambición de cualquier país debe ser tener el nivel de salarios más alto posible. Sin embargo, eso no se logra por medio de un decreto, o resolución del Comité de Salarios.

Si así fuera, bien podrían en Angola, nación rica en petróleo y con más alto costo de vida que NYC, decretar en 7.000 dólares al mes el salario mínimo y pasaría a ser automáticamente el país con el estándar de vida más alto del mundo.

Pero ni el Estado ni los particulares en esa nación podrían pagar siquiera el primer mes de esos sueldos.

En línea con ese hipotético ejemplo extremo, aunque de un modo mucho más sutil, el nivel de los salarios en Rep. Dominicana ha venido siendo
determinado desde el Estado bajo presión motivada.

Si vienen elecciones se pone el tema en la mesa, pero desde Julio del 2013 en R.D., no se motiva ni realiza ninguna mejoría salarial.
Decir que en esos dos años la inflación subió un 30% y que ese debe ser
el aumento mínimo es una gran mentira.

Un aumento justo depende de muchos factores y de las posibilidades de
pagarlo del empresario. Pero para el gobierno y para ganar votos aumentar es el instrumento más efectivo para congraciarse con el universo de los electores.


Contenta a todos y no requiere gestión. Y tendrá siempre de aliados a los
sindicatos y a la dirigencia fabril, ya que la industria depende del mercado
interno para aumentar sus ventas.

Como siempre es más fácil ser generoso con lo ajeno, el Estado primero
empuja a la subida a los sindicatos del sector privado.


Con más reparo, se ve obligado luego a homologar esos aumentos al
sector público, pero en dominicana, ni el sector informal, doméstico y
obreros de construcción se benefician de esos aumentos por resoluciones.

Cualquier Gobierno que quiera congraciarse con los electores opta por la
vía de empujar las retribuciones al alza. Si una fábrica de zapatos
produce 5 pares por día por trabajador, e incorpora una máquina
gracias a la cual y con la misma cantidad de obreros pasa a producir
30 pares día/hombre, con esa inversión está incrementando la productividad.


Si ese proceso es algo que está sucediendo a gran escala en toda
la sociedad, esa comunidad está aumentando la productividad general.

Está produciendo cada vez mayor cantidad de bienes, que dispone
para consumir o para exportar, con lo cual aumenta también su
capacidad para comprar artículos que producen otras sociedades.

Si bien es un sender virtuoso, no es un proceso sencillo, requiere
de muchos equilibrios y sus beneficios, en contraposición a un modelo
de consumo, solo se perciben en el mediano y largo plazo.


La empresa que produce 30 pares de zapatos diarios por operario,
aparte de generar mayores ganancias a sus accionistas y flujo de
caja para seguir encarando inversiones, está en condiciones de pagar
un salario más alto a su plantilla.

Aquellos países donde las empresas que hacen zapatos producen
200 pares día/trabajador y donde las empresas de los otros rubros
tengan un grado de productividad equivalente, fruto de máquinas
más modernas y no porque sus obreros trabajen más horas o sean
mejores trabajadores que los dominicanos, esos países pertenecen
al club de los que pagan los mejores salarios del mundo, al cual la
Rep. Dominicana debería volver algún día, ya que durante la primera
mitad del siglo XX fue parte de ese club.

El aumento real de los salarios depende de manera ineludible del
aumento de la productividad.


Y ésta, a su vez, de la inversión. Por lo tanto, sólo un modelo de
inversión puede hacer subir de manera genuina y sustentable los salarios.
En cambio, un modelo de consumo que desaliente la inversión, es
“pan para hoy y hambre para mañana”.

El éxito de una política económica se mide hoy día en su capacidad
para atraer y concretar inversiones.

En el corto plazo hay dos opciones. Una —la que luce más sensata
—consiste en dar aumentos 15 puntos porcentuales por encima de
la inflación acumulada desde el 2013 (que estimo entre el 5 y el 4%).
Para así evitar despidos llegar a consensuar el 25% de aumento es justo,
pues una tasa aún más alta que la inflación, produciría un gran desmadre
en la economía y perjudicaría en mayor grado a los asalariados, que son los grandes perdedores en estos procesos, debe evitarse.

Es la secuencia final e inevitable de un modelo de consumo que tenemos.

Seguiré con el tema. 

 
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