Feminicidios y sociedad

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EL AUTOR es comunicador y diplomático. Reside en Honduras.

 

        Los feminicidios no se detienen. Cada instante  un asesino envenenado por una cultura machista que  traumatiza y convierte en autómata a muchos hombres,    mata a una mujer.  En nuestra acostumbrada columna semanal en Al Momento,  hemos hecho varias propuestas para disminuir las agresiones a las féminas.

        Planteamos en una oportunidad la creación de la Ciudad de la Mujer, espacio que permitiría la prevención y la persecución de la agredida, sin poner en peligro de su vida. La Ciudad de la Mujer también fungiría como lugar para el crecimiento intelectual y económico de nuestras mujeres.  

        Igualmente planteamos como paliativo a la violencia contra las mujeres  el Brazalete Electrónico para los agresores de mujeres. Con este artefacto eléctrico las autoridades podrían darle seguimiento a hombres  reincidentes en agresiones a  gente del sexo femenino.

        Pero lo más difícil de trabajar para vencer los constantes ataques violentos en contra de las mujeres es la cultura machista dominante en la sociedad dominicana. Esa práctica anti femenina se respira en todas las esferas de la vida nacional.

        Desde la música hasta las religiones, y en todas las clases sociales, pasando por las manifestaciones económicas, políticas y sociales,  son entramados machistas que persiguen sin tregua a las mujeres. A eso se agrega que la mayoría de las mujeres que podrían ser crítica de ese estado de cosas que las golpea y las asesina, participan y se favorecen de la gran cultura falocrática que predomina en el país.

        La realidad económica y social de nuestra sociedad también conspira en contra de las mujeres, pues muchas féminas tienen que convivir con hombres por su imposibilidad personal de su propia manutención.

        En las  barriadas marginadas, cualquier mujer emprendedora que busca salir a camino con algún negocio es perseguida y atracada por la delincuencia que azota al país, y que se ensaña principalmente en contra de este tipo de personas. Algunas jóvenes que asisten a una universidad o un centro técnico para capacitarse y salir de la miseria en muchos casos son  vigiladas  en esquinas de barriadas pobres para ser asaltadas, lo que las hacen  desertar de la educación para no poner sus vidas en peligro.

        Cada clase social expresa su aversión hacia la mujer de  diferentes maneras. En las clases populares  los llamados artistas urbanos no esconden su odio visceral hacia  las hembras, reflejando en sus  composiciones su animadversión  en contra de todo lo que husmee a femenino.

        Pero la clase media no se queda atrás. Este estamento social  también tiene su forma de perseguir, a pesar de que ésta ha   tenido acceso a la educación y la información.

        En la clase alta la discriminación y el acoso  en contra de las mujeres es también una realidad, y vemos cómo regularmente muchostutumpotes  golpean a sus mujeres, y la sociedad solo se entera cuando algún periodista o algún escándalo por dinero de por medio entre ellos, el asunto se da a conocer.     

           

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