El animismo en la historia humana (2 de 2)

Como señalé en la primera entrega, durante milenios el animismo se ha mantenido presente en grupos humanos muy diversos.

Sólo ha habido simples cambios de matices, pero la sustancia de ese sistema de creencias pervive en importantes bolsones de grupos y clases sociales.

La rica y culta Europa no ha sido ajena al animismo. Los eslavos (rusos, ucranianos, búlgaros, polacos, serbios, croatas, etc.) fueron por muchos siglos animistas.

Los lapones, que habitan en el norte de ese continente, ya entrado el siglo XVIII, seguían dándoles vigencia a sus creencias basadas en el animismo y el politeísmo. Sus dioses eran elementos de la naturaleza, tales como ríos, montañas y lagos donde imaginaban que vivían los espíritus que ellos cortejaban.

Además, los lapones entendían que si los espíritus de las montañas sentían ruido podían provocar una tempestad. También pensaban que los muertos tenían igual trabajo que los vivos, aunque su vida era mejor.

El profesor inglés de religiones comparadas Edward Geoffrey Simons Parrinder, al ahondar en temas que pueden vincularse con el animismo, aborda las creencias de etnias que habitan en las profundidades selváticas de Sierra Leona, cuyos miembros son fanáticos de espíritus que pueden transformarse en algo concreto.

Son seres que sanjuanean, con el poder que les asignan sus creyentes, a determinados individuos.

El referido teólogo y escritor Parrinder lo escribió así: “…a los malvados con el rayo, la esterilidad o la muerte inexplicable”. (La religión africana tradicional. Ediciones Lidium, Bs As, Argentina. Edward Geoffrey Simons Parrinder).

Debo añadir que la empobrecida población del citado país de África occidental está formada por varias etnias practicantes del animismo, entre ellas temné, mendé, koranko, limba, kono, susu, Sherbro, gola, fula y mandinga.

Muchos creen que esas cosas sólo son posibles en junglas pobladas por tribus ágrafas. Pero no es así.

Para comparar aspectos claves del animismo, es oportuno recordar al filósofo inglés Francis Bacon, quien al analizar en uno de sus ensayos pormenores de la modernidad expresó de manera concluyente que: “el hombre cree especialmente aquello que desea ser verdadero”.

Por eso, o sin eso, hechos asimilables al animismo los hemos podido comprobar incluso hace apenas unos días con el flamante presidente de Argentina, quien ha reiterado que a través de “un telépata animal” mantiene conversaciones con Conan, un perro suyo fallecido en el 2017, al que le atribuye darle “valiosos consejos”.

Pero vale citar, como muestra de la influencia del animismo en diferentes niveles, la actitud de un hombre tan brillante como fue Winston Churchill, quien de manera intermitente se dejaba encandilar por los consejos del “mago ceremonial” y ocultista inglés Edward Alexander Crowley, que no pocas veces utilizaba elementos de esa ancestral creencia, tal y como se observa al leer algunos de sus ensayos.

Así también el zar Nicolás II de Rusia tenía (en los últimos tiempos de la dinastía que encabezó) como guía espiritual al célebre Grigori Rasputín, que con un manto de místico practicaba de manera pura y dura el animismo y el esoterismo en los entorchados salones palaciegos de San Petersburgo.

El primer presidente de la República del Chad (en África Central), el arbitrario e impopular Francois Tombalbaye, poco tiempo antes de que muriera el 13 de abril de 1975 a manos de unos oficiales de su guardia presidencial, a fuego de metralla, realizó una purga de políticos y militares, a quienes acusó de ser brujos y de utilizar ritos propios del animismo, en lo que llamó “la conjura de las ovejas negras”.

Mandari, nandi y masai, etnias numerosas en una amplia franja de África, tradicionalmente les han dado condición de hereditarios a brujos practicantes del animismo que ejercen sus artes en sus aldeas.

Esos grupos humanos también creen que hay seres excepcionales que con prácticas animistas pueden llevar el agua lluvia a sus tierras secas.

Millones de musulmanes de la mayoritaria rama sunita, con gran poder en una porción extensa de África del norte, todavía practican ritos animistas, incluyendo coloridos desfiles de máscaras representando antepasados poderosos, en ocasión de siembras y cosechas de frutos de la tierra.

Los sunitas son por definición propia “la gente de la tradición”. En sus creencias tienen en alto valor a los que denominan “espíritus intermedios”, a los cuales atribuyen potestad para el bien y para el mal.

A esa praxis es que algunos expertos en la materia han dado en llamar el sincretismo musulmán. Los cristianos coptos egipcios no han podido derribar muchas barreras en ese sentido.

Diversos clanes africanos de las etnias wolof, fon, yoruba, akan y otras siguen practicando hoy la llamada “costumbre anual”, mediante la cual rinden homenaje con ritos animistas a sus ancestros.

Antaño el pueblo fon, diseminado principalmente en los boscajes y sabanas de Nigeria, Benín y Togo, le añadía a la ceremonia anual referida arriba matanzas de prisioneros de guerra y esclavos.

En una reafirmación de sus creencias animistas esas y otras tribus africanas siguen imaginando que ciertos espíritus pueden transformar a los humanos en animales para comérselos.

En la actualidad pigmeos y bosquimanos siguen haciendo ceremonias animistas en honor a los espíritus del bosque, especialmente cuando les va mal en la cacería o aparecen enfermedades en sus villorrios.

Diversos manuales de antropología resumen que para esos grupos de humanos la selva es “como un padre y una madre nos da: alimento, albergue, protección, vestido, etcétera”.

Los bosquimanos rinden culto a un dios de la cacería, que para ellos está encarnado en un saltamontes.

También creen que hay personas extraordinarias y asombrosas capaces de transformarse en plantas, estrellas, rocas o animales.

Valga la especie de digresión para decir que en una parte del sur de la República Dominicana hay una leyenda o mito para individuos semejantes a los aludidos, a quienes se les llaman galipotes.

En el caso de los bantúes, que abundan en la parte más al sur de África, las serpientes tienen para ellos un elevado grado de sacralidad, pues creen que a menudo los muertos vuelven a la vida en forma de ofidios.

Como otros, los bantúes les hacen ritos animistas a los espíritus de la selva, por su cercanía con ellos. También creen en un ser supremo, pero no le realizan ceremonias porque lo ubican físicamente muy alejado, escondido detrás de las estrellas, a una distancia que sus ruegos y peticiones no pueden llegar.

Los pueblos melanesios y polinesios, en Oceanía, consideran vital y sagrado aferrarse a sus creencias de que lo sobrenatural invade a los espíritus, seres, dioses y objetos.

Para ellos lo inmaterial, en clave de fuerza sobrenatural, queda potencializado en magia y brujería, como instrumento de su sistema animista.

En diversos países de Asia también hay clanes que practican el animismo, a pesar de que en ese continente la mayoría de su población pertenece a religiones formales: budismo, musulmana, católica, protestantismo, etc.

En los diversos imperios de la antigua China, y en pueblos como los uzbekos, tártaros, kirguises, kazajos, mongoles, etc. el animismo llegó a cohabitar con el chamanismo y con el islamismo de minorías como los uigures, estos últimos muy perseguidos en la actualidad por los gobernantes chinos.

Tomando en cuenta lo anterior es por lo que estudiosos de las razas humanas sostienen que, en las antípodas de esta tierra caribeña, el animismo no ha desaparecido:

“Predominante en Asia septentrional, las concepciones animistas se basan en la creencia de que los elementos de la naturaleza (montañas, colinas, lagos, plantas, animales, etcétera), tienen espíritus propios, que, invisibles, gozan de movilidad y pueden cambiar de tamaño y aspectos…” (Razas del Mundo. Editorial Océano. España.P264. Juan Frigolé, Federico Bardaji, Oriol Beltrán y otros).

El animismo actual en pueblos de Asia se comprueba en ceremonias de enterramientos (con pertenencias del difunto y abundante comida). Etnias y clanes asiáticos siguen creyendo, además, que el alma de los muertos permanece por largo tiempo junto a sus restos mortales.

Quizás por eso la académica y antropóloga del Derecho Fernanda Pire, al estudiar el proceso evolutivo de las leyes, escribió sobre el hinduismo y el budismo, lo siguiente:

“…también podían organizar y financiar rituales, incluidos ritos de iniciación para huérfanos indigentes o para grupos migratorios”. (Ordenar el mundo. Editorial Planeta, 2022.P.185. Fernanda Pire).

jpm-am

 

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Lazaro vendrell
Lazaro vendrell
1 Año hace

II ) LOS INDIOS DE SUR AMERICA Y EL CARIBE, TAMBIEN PRACTICABAN UN ANIMISMO, QUE ES UNA EXPRESION DE MIEDO, RESPETO, ADMIRACION Y CURIOSIDAD HACIA LO DESCONOCIDO, QUE EN CIRSCUNSTANCIA, COMO EN VOLCANES, TEMBLORES, TERREMOTOS, TORMENTAS Y FUERTES LLUVIAS HACEN TEMBLAR Y LLENAR DE MIEDO AL MAS VALIENTE DE LOS HUMANOS. LA NATURALEZA SE HACE RESPETAR Y LOS DEBILES HUMANOS TENEMOS QUE POSTRARNOS ANTE LAS FUERZAS DE LA NATURALEZA.

Lazaro vendrell
Lazaro vendrell
1 Año hace

QUE PASO CON HAITI, DONDE EL ANIMISMO SE PRACTICA EN CADA RINCON. TIENES MIEDO DE ENFRENTAR LA VERDAD DE TUS VECINOS. RECUERDA QUE HAITI SE FORMO DE LOS ESCLAVOS QUE TRAIAN DE CADA REGION DE AFRICA, DONDE SON LOS CAMPEONES DEL ANIMISMO. EN LA REP DOM, TAMBIEN HAY REGIONES DONDE SE PRACTICA. LOS CATOLICOS DOMINICANOS, TAMBIEN PRACTICAN UN ANIMISMO MUY SUTIL EN VARIAS REGIONES DEL PAIS.LOS INDIOS ORIGINARIOS DE AMERICA , TAMBIEN PRACTICABAN EL ANIM