La doctrina bochista

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En está época de consumo masivo y de fugaz propaganda política, tanto en República Dominicana como en el mundo, merece la pena reflexionar acerca del verdadero cimiento sobre el que descansa hoy día la fortaleza del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Esa fortaleza a la que hago referencia incuestionablemente es la teoría ideológica bochista; única formula para mantener la subsistencia del partido que heredamos de Juan Bosch. Por lo que debemos mantenernos fieles al compromiso que hemos asumido como militante en dicho partido de su doctrina, así que es necesario cuidarla; y no escudarse en ella como muchos hasta ahora lo han hecho. También es necesario dejar de hacer comparaciones grotesca en relación a que si el profesor estuviera vivo “Estaría orgulloso de sutanejo o perensejo”.No critico, al contrario, que mucho se comparen y hasta usen al partido morado y su doctrina bochista como medio propagandístico para una causa justa y en beneficio del país; lo que si condeno es que sea usada como sinónimo de burla y jactansa debido al poder económico acumulado a través de un puesto como funcionario publico. Debemos estar claro que con la fundación del (PLD) su fundador plasmó dentro de sí la conducta moral, ideológica y política de lo que debe ser un militante morado, entonces por que truncar y no dejar que este partido político dominicano brinde, como siempre lo ha hecho, la oportunidad de seguir formando a los hombres más educados y honrados de nuestra sociedad. Al parecer, esos alumnos que jamás les ha interesado dicho pensamiento, siguen cultivando con sus auto adulaciones en la prensa, una dosis de populísmo incompatible con el quehacer bochista y más temprano que tarde terminará este signo de irrespeto convirtiéndose, al menos eso creo, en una dosis letal en un torneo electoral. Esos delirios de poder y grandeza exhibido por algunos compañeros, asumidos a partir de su nombramiento como funcionarios públicos con la llegada del peledé al gobierno en el año 1996, no es más que el desconocimiento o el olvido de los principios que dieron origen a la fundación del partido morado y como consecuencia el tiempo se ha encargado en transformarle en verdaderos capitalistas populistas, que en busca de grandeza personal, se han olvidado de lo que significa ser un militante bochistas-peledeista. Esa sed barbara de egocentrismo desgraciadamente ha transformado a muchos compañeros en prósperos colmaderos e inmorales compañeros de partido. En estos precisos momentos solo un aventajado discípulo y quiénes en él creen, gracias a le excelencia en su trabajo como administrador del estado y su actitud respetuosa en relación a los estatutos del partido, son los más claro exponentes del ideario del profesor. Pero ese reducido grupo ha tenido que pagar el precio; ya que han sido y son golpeados, humillados, ultrajados, y hasta los olvidados por su mismo gobiernos; pero que siempre se han identificado como los principales practicantes de esa filosofía que tanto se predica pero que pocos ponen en práctica. Vivimos tiempos de cambio fulgurante, es decir, mucho creen que es necesario olvidarse del bochismo como única formula para mantenerse en el gobierno; mientras que otros creen que es necesario mantener la filosofía que dio origen a este partido aunque esto conlleve a la perdida del gobierno. La realidad es que los últimos son los únicos que a diario y a través de múltiples medios de comunicaciones reivindican la esencia y la supervivencia de la dicha verdad. Estos son los más preocupados en que los nuevos militantes del partido morado capten la enseñanza de don Juan de una manera que no sea fragmentada, fugaz, breve y descuidada en forma y fondo. Sentarse unas horas a meditar sobre la necesidad de volver a leer los escritos sobre el bochismo nos permite sumergirnos en un universo político, real, constructivo, y beneficioso para las generaciones venideras. También sirve como un acto de placer personal para conectar con un mundo político que ha diario presenta nuevos retos . También servirá como forma para marcar un derecho a una causa justa. Ser militante o practicante de la doctrina bochista, aunque muchos lo crean así, no es simplemente invertir cierta cantidad de dinero para una campaña electoral en busca de multiplicar el capital invertido, ya que al fin y al cabo esta acción solo trae consigo arrogancia y atropello hacia los demás compañeros que componen las bases; sino tener a tu alcance un amplio abanico de conocimiento político-bochista como medio o instrumento para hacer determinados trabajos sociales; condición obligatoria y ventajosa para el crecimiento del partido en cada comunidad donde un individuo se desarrolla políticamente.

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