De Leonel a Quirino

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EL AUTOR es politologo y profesor universitario. Reside en Santo Domingo

Sentado al frente de mi computadora, me sobraban los impulsos para fijar mi posición sobre la famosa llamada de Quirino. Sin embargo, me asaltó el sentido común, aquél que nos enseñó Thomas Paine, y decidí esperar, pues me resulta espantoso unir el nombre Leonel Fernández, tres veces presidente de la República y reconocido intelectualmente por prestigiosas universidades, al de un narcotraficante confeso. 
 
Se me frisaron los dedos y entonces, como por arte de magia, llegaron a mi mente los amores de los franceses simbolistas Arthur Rimbaud y Paul Verlaine. Preferí hojear »El barco Ebrio» de Rimbaud, obra maestra para un adolescente de 17 años, »Los poetas malditos» de Verlaine y de manera obligada »Las flores del mal de Charles Baudelaire»
Mis lectores tendrán que esperar, me resistí a vincular el nombre de mi antiguo profesor al de Quirino, tuve mayor satisfacción espiritual en recordar »La metamorfosis» del universal e influyente escritor Checo, Franz Kafka, sus tensas relaciones con su padre y »agradecer» a su amigo Max Brod, quien no cumplió la solicitud de éste para que sus escritos fueran quemados.
 
Aún me resisto a escribir de drogas y narcotráfico, y si lo hiciera, optaría por hablar del poeta inglés Samuel Taylor Coleridge y su adicción al opio. Coleridge se aferró al opio en busca de la inspiración para dejar al mundo »Baladas Líricas» junto a William Wordsword, para catapultar el romanticismo inglés por senderos irreversibles. 
 
Siempre será más placentero, navegar por el caudaloso mundo de Marcel Proust con su »En busca del tiempo perdido», recordar a Francois René de Chateaubriand con »El último Abencerraje» y su »Memorias de ultratumba» que opinar sobre un tema tan delicado, sin tener pruebas contundentes a manos. 
 
Ante tanto bombardeo de informaciones interesadas, repito, preferí abstenerme por el momento y »subirme» al monte Padul, el mismo que escaló Boabdil y desde allí, pensar libremente en el malogrado poeta ruso, Aleksandr Pushkin, quien con su »Ruslán y Liudmila» y »Boris Goduvov» iba a convertirse en el padre de la literatura rusa, que tanta influencia ejerció sobre Fiodor Dostoyevski, autor de obras monumentales como »Los hermanos Karamazov» Crimen y Castigo» y »Pobre Gente».
 
Pero la grandeza de Dostoyevski merece una entrega especial y así lo haré en una próxima entrega, sin importar que Quirino vuelva a llamar por teléfono.
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