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El recurrente encanto de la reelección
La reelección presidencial, además de ser una recurrencia histórica en nuestro país, ha sido también un desdoblamiento histriónico político-intelectual de increíble recurrencia. Basta –para comprobarlo- dar un vistazo a la hemeroteca nacional del 2003 (¡aquella de tres noches!)-2008 al 2012 –y esto, haciendo tabla rasa de los 31 años de Trujillo y de los 22 años de Balaguer (1966-78)-, y nos encontraremos, al por mayor y al detalle, con todo un circo de trapecistas y maromeros, sin obviar, por supuesto, a unos que otros flautistas de Hamelín (encantadores y justificadores políticos-históricos del fenómeno). Por ejemplo, en el 2008, tocó a un emblemático dirigente peledeísta darle, quizás sin proponérselo, sustento histórico-político a la reelección-repostulacion de Leonel Fernández (cuando no estaba prohibida) y, en el 2012, vimos –en TV nacional-, nada y nada menos, a varios miembros del CP acarrear carretas de firmas en lo que fue un intento reeleccionista fallido y a cuyos auspiciadores -mas fogosos y visibles- se les llamó “ingenieros constitucionalistas”, aunque, y tras bambalina, habían también, y a su manera, jurisconsultos y pedagogos bochistas en esos afanes.
Por igual -y en las coyunturas: 2003-2008 y 2012- vimos la otra cara de la moneda: a opositores rabiosos y decididos en contra de la reelección presidencial (prohibida o no). En consecuencia, en el 2008, el discurso anti-reeleccionista tuvo a dos flautistas y teóricos radicales (uno fanático-fundamentalista, y por demás, anti-reeleccionista de argumentaciones históricas-panfletarias, y el otro, un imberbe teórico habido de escenario y de ascenso público-político). Y también, a un sinnúmeros de trapecistas y maromeros bien resueltos. Lógicamente, en ambas coyunturas, hubo también quienes se opusieron o apoyaron la reelección presidencial, orientados y guiados en la firme y sana creencia de que su postura política era la correcta. Igual, de ellos, se podría decir hoy.
Por eso, no me sorprende, para nada, el repentísimo político-teórico que hoy exhiben algunos de los que rabiosamente se opusieron a la reelección o repostulacion presidencial en el 2008 (cuando estaba permitida) y a los forcejeos reeleccionistas en el 2012 (cuando estaba prohibida), pues tal radicalismo coyuntural es consustancial a la famosa cultura de “camaleón” tan arraigada en nuestra fauna política-electoral. Y si hay dudas al respecto, denles un vistazo –en Youtube– a los discursos políticos públicos de esos actores (reeleccionistas y anti-reeleccionistas coyunturales), y verán “camaleones” por doquier, o mejor dicho, por pipá.
Sin embargo, lo que si me queda claro, es que, los peledeístas reeleccionistas (coyunturales o no) han sido –en las dos coyunturas anteriores, y en esta también- pésimos actores reeleccionistas pues ni siquiera han reparado, o abrevado, en el modelo por excelencia –el Dr. Balaguer– que, cuando estaba (¿y cuándo no estuvo?) en eso, lo hacia con el mas supino de los disimulos, tanto así, que ni siquiera la tumba de su santa madre se salvaba del teatro. Y allí, en pleno camposanto y a horas del cierre para la inscripción (la de su eterna candidatura), el César de Navarrete, cual instrumento del destino, anunciaba al país -lo que todos ya sabían- su “sacrificio” por la patria.
Esa historia, así como la técnica y el axioma gráfico que nos legara Font Bernard al respecto, retratan, en su crudeza y realidad axiológica, el subdesarrollo político-institucional que no queremos superar.
Colofón
Para terminar, miremos el actual cuadro político-electoral y preguntémonos: ¿qué nos ha traído la última Asisa–Gallup? Sencillamente, que el Presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández, siguen reinando –¡solitos!- el liderazgo político-electoral nacional, que la reelección tiene aliento e intersticios insospechados y que la oposición, casi en mayoría mediática (porque, prácticamente, eso es), es un mapa incongruente de retazos, trapos y campaña sucia.
Pero también, que las encuestas –aquí- son capaz de todo: de crear escenarios, de inflar globos desinflados (en otras palabras, “hallar” que Moreno es mas líder que Hipólito, que Vargas y que Abinader) y de asustar a tres que no terminan de encontrarse.
Así -¿quién dijo que no?-, cualquiera pone a llamar hasta al mismísimo diablo… ¿O no?
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