¿Por dónde salimos?
En este país, lo mismo que en América Latina enterita cuando votamos de forma masiva solemos hacerlo no por propuestas, sino para sacar a una administración que ha tenido mal manejo.
Así vamos en “probadera”, confiados en que el nuevo lo hará mejor y si tampoco resuelve, pues lo quitamos también.
Ahora andamos imbuidos en estos afanes, en sopesar el sufragio, en este momento de aguda y peliaguda crisis causada por la suspensión de las elecciones municipales.
Una situación con la Junta Central Electoral como protagonista, que a estas alturas no da respuestas, no explica lo ocurrido la noche previa a los comicios.
Para quitar a esta gestión tenemos a sus opositores Fuerza del Pueblo, cuyo presidente Leonel Fernández ya ha gobernado tres veces y al que el complejo de Hybris enceguece de manera tal que no le permite ir más allá de su ego, de su obsesión por volver a Palacio.
Luis Abinader, a la cabeza del Partido Revolucionario Moderno, busca por segunda vez la Presidencia y en su afán de hallarla pacta con sectores antagónicos al peñagomismo y a los que él mismo adversó.
¿La izquierda? Plegada Partido de la Liberación Dominicana, al Revolucionario Modero o a Fuerza del Pueblo, en su interés desmedido de gobernar y aunque no han estado al frente de la cosa pública de manera directa, algunos de sus miembros tienen participación en el Estado desde el Poder Ejecutivo y el Congreso.
Y sí, disfrutan los privilegios irritantes que tanto criticaron desde fuera. Lo mismo pasa con los perremeístas que ocupan curules en el Legislativo.
Todo esto nos abre un abanico y nos obliga a preguntarnos cuál es la salida. A ver una realidad que va más allá de partidos y que desnuda un sistema plagado de debilidades ancestrales.
¿Será tan descabellada aquella propuesta de Víctor Víctor de colocar en la boleta a Ninguno?
A lo mejor sirve para medir el descontento de una población que tirada a la calle ha mostrado que sabe exigir transparencia y que deja como gran lección al Gobierno y a la oposición que los vigila.
of-am

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Exelente artículo. El voto de castigo existe y es efectivo. Votar en contra de es en la práctica una forma de desaprobar gestiones malvadas.
Siempre se exige lo mismo, propuesta, programa de gobierno, pero para que, si cuando llegan, ni miran eso y casi todos hacen lo mismo.
Mujer se equivocó, cuando el Dominicano vota, lo hace porque le dieron RD500.00, un pica pollo, una caja navideña, una tarjeta con 228.00 pesos en bono gas, bono luz, o la esperanza de conseguir un empleo hasta como barrendero, cuando el dominicano vota, realmente está ejerciendo el sufragio una persona con DOBLE MORAL, pues son los responsables del sistema.
LA UNICA ESPERANZA ES RAMFIS, te lo dice un apolítico que no cobra ningún sueldo de nadie
Ramfis. Un ladron, eso es lo que tu recomiendas?