La sociedad ideal ¿Puede ser posible?

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EL AUTOR es investigador y empresario agroindustrial. Reside en Santo Domingo.

Cuando la persona goza de todas las habilidades y capacidades con las que fue inicialmente concebida y creada, entiéndase: Todos sus sentidos activos, todos los órganos de su cuerpo en perfecto funcionamiento, inteligencia, conciencia, etc., olvida un detalle: la vida es frágil.

Ese olvido de un detalle tan importante puede definir el rumbo en la vida de una persona, porque en forma automática la gente empieza actuar mirándose el ombligo, como diría el Papa Francisco, no ve la periferia, y en esa actitud de vida define también su personalidad y su visión.

Pero fuera del ombligo de esa persona hay todo un mundo circundante y un mundo aún más distante,  que nuestros sentidos pueden ver y percibir y sobre el cual podemos actuar e incidir. Un mundo en el que no estamos solos, y del cual dependemos para muchas cosas.

Y en ese mundo viven otras personas, como tú, con las cuales hay que interactuar, relacionarse y establecer vínculos. Cuando a la persona se le olvida ese simple detalle del que hablamos, por lo general hace más difícil esa interacción, esa relación o ese vínculo con los demás.

Porque al olvidar que la vida es frágil, dependiendo de las circunstancias en que haya tenido que desarrollarse el individuo, a medida que se va haciendo adulto, se va sintiendo poderoso, independiente, con capacidad de hacer cosas que destacan su ego y va reafirmando su Yo.

Como en todo, eso  no es malo, pero en la justa medida. Una persona puede reafirmar su “Yo” y eso le hace ser segura, estable, visionaria, equilibrada, incluso exitosa, y es muy bueno en la medida de que esa reafirmación del “Yo” esté en equilibrio con los otros “Yo” que le circundan y el medio que le acoge y le sustenta.

Pero cuando sucede, algo que suele ser frecuente, que esa reafirmación del “Yo” es desmedida, entonces se desarrolla un individuo fundamentalmente egoísta, y todos sus objetivos, planes o proyectos siempre estarán dirigidos a satisfacer un “Yo” engrosado, un ego desmedido.

Cuando ese tipo de fenómeno sucede  no en un individuo, sino en la sociedad, porque esa sociedad está organizada para crear precisamente ese tipo de fenómenos, entonces se produce un desequilibrio creciente en el tiempo, que es capaz de destruir la misma sociedad.

Las sociedades del mundo están organizadas de esa forma y pretenden controlar con leyes las consecuencias de los desequilibrios que generan ese tipo de organización. Pero les pasa lo que pasó en el antiguo Israel, pueblo al cual inspirado por Dios, Moisés les escribió y les entregó una serie de leyes y preceptos.

La finalidad de esas leyes y preceptos no era que el ser humano se sometiera a ellas de una manera mecánica y permanente, porque de ese modo generaría en la sociedad distorsiones capaces de llevarla a la extrema indolencia y a la autodestrucción.

Las leyes se imponen en un primer momento, es coercitiva, contienen, de algún modo, violencia oculta, porque es una imposición, no es algo que haces voluntariamente impulsado por una ley interna que debe de ser la que defina tu comportamiento.

Y es que cuando el sistema y la forma en la que está organizada la sociedad, no garantiza que el ser humano descubra, acoja, aprenda y se deje guiar por esa ley interna, entonces la imposición de esa ley escrita por humanos será la forma de regular las relaciones entre el ser humano  y el medio ambiente que le acoge y le sustenta.

Pero en tanto que esa ley es escrita por humanos, la misma es imperfecta y cambiante, se va adaptando al deformado “Yo” de los individuos, que cada vez es más grande y más deformado, destruyendo bajo el marco de la misma ley, la misma sociedad y el medio ambiente que le sustenta.

En una sociedad ideal, la ley escrita por los hombres para regular las relaciones entre ellos mismos y el medio ambiente, debe hacerse con la conciencia de que  debe de ser temporal, que aunque siga vigente, llegue un tiempo que el comportamiento de la gente la supere, porque lo que define su comportamiento es lo que esa gente lleva en su corazón.

Si se logra que sea así, se llega al equilibrio perfecto, a una relación sin ventajas, a la protección genuina, desinteresada y espontanea de la gente, porque se protegerán unas a otras sin darse cuenta y a la protección permanente, genuina y espontanea del medio ambiente que le sustenta.

Y esa  ley que llevamos dentro, es la que está predicha en Jeremías capítulo 31, verso 33: …Pondré mi Ley en su interior y sobre sus corazones la escribiré, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

c.aybar@nikaybp.com

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Zumarraga
Zumarraga
5 Años hace

Jamas a existido ni existira una sociedad prefecta. Por que? Simple, porque quienes las componen son imperfectos. Por lo tanto, no hay que mencionar a ningun Jeremias de libro alguno. Por otro lado. Las sociedades, todas, incluso a los de los animales inrracionables y la sociedad de las plantas obedecen a reglas, normas y conductas, propias de ellos de acuerdo a su naturaleza. Veamos, por ejemplo: El ****; la conducta del **** obedece por instinto a su condicion de ****, diferente a la de un gato, y, estos, a los de los caballos etc. Que hace que la conducta social… Leer mas »

No le pegue mas al pobresito
No le pegue mas al pobresito
5 Años hace
Responder a  Zumarraga

Ja ja ja ja . «ta buena esa!

La "biblia" un cuento de timadores.
La "biblia" un cuento de timadores.
5 Años hace

Mabicero deja la chercha. Ya el cuanto de «dios» esta como llegando a donde llegan los mitos.

Ya es mitologia.