Realidades electorales
Mientras la gente se entretiene con el ‘pleito de comadres’ de Leonel y Danilo –discursos y contra discursos, en que ambos se sacan los ‘trapitos al sol’ y descargan en público sus rencores y traiciones-, se pretende crear la sensación de que vivimos una ‘crisis política’. Nada más incierto.
El país está viviendo una reedición de las disputas intestinas de los grandes –y hasta pequeños- partidos del sistema, con la particularidad de que esta incisión se registra en el partido de gobierno y de cara a un proceso electoral, múltiple, gobernado por dos leyes en estreno pero con serios cuestionamientos constitucionales en algunos de sus preceptos.
Los resultados de las primarias del 6 de octubre son definitivos, un hecho consumado. Los ganadores se preparan para las competencias de febfrero y mayo del 2020. Los perdedores, pataleando, se arman para echar otros pleitos y tratar de seguir en el juego.
De ahí es que, entonces, algunos ven en este incidente en el PLD una oportunidad de lograr el acarariciado sueño de constituir un ‘gran frente opositor’ que pudiera desplazar al PLD del poder que ejerce por19 años de los últimos 24 años de vida democrática –con el interregno del desastroso período perdido del PRD-Hipólito (2000-2004)-, en un proyecto que choca con las ambiciones, ‘justas’, de connotados dirigentes que se sienten con la suficiente prestancia para encabezar una boleta presidencial.
La gente se entretiene con los dimes y diretes de Leonel Fernández y Danilo Medina. Un ejercicio esperado, algún día, cuando se debían airear los enconos que los llevaron a ser dos líderes en un mismo escenario, llamado PLD, acéfalo de un caudillismo fuerte y autoritario desde que su fundador, Juan Bosch, cayó en un proceso de deterioro físico –a mediados de los ’90- hasta su muerte, cuyo aniversario 18 se cumple precisamente la semana próxima, el 1ro de noviembre.
Discurso de desahogo y justificación, de un lado. Discurso de respuesta y explicación sobre las relaciones entre ambos. Todo en apenas 19 horas.
Leonel justificó su salida del PLD. Danilo se desquitó por las desconsideraciones que le propiciara Fernández cuando le echó a la sociedad encima con el tema de la reforma a la Constitución.
El escenario de hoy tiene muchas interrogantes.
- ¿Dónde quedan los vinchistas, quiénes asumieron con toda fuerza la causa de Leonel? ¿Dónde queda Peña Guaba y su BIS, armador del grupo de los ‘chiquitos’ en favor del proyecto de Leonel, ya fuera del PLD?¿Cómo entran los reformistas de Quique en este concierto?
- ¿Cómo lograr una alianza Leonel Fernández-Luis Abinader, cuando ambos se ‘sienten’ presidenciables frente al candidato del PLD, Gonzalo Castillo, quien ha sido asumido como un reto por Danilo Medina, hoy figura principal del partido oficial?
- ¿Dónde entran en el juego Margarita Cedeño de Fernández –hoy en ‘reflexión’ ante la ‘encrucijada del mosquitero y la limusina’- y David Collado, ‘lanzado’ por los mentideros y los entretelones como una ‘opción’ para una eventual formula, que lo ubican tanto en un lado como en el otro, como primero y/o como segundo?
Algunos hablan de la ‘realidad’ de este ‘gran pacto’ recordando los grandes bloques que armó el PRD en el 1974 –Acuerdo de Santiago, con el PRD, PRSC, el PQD y el MPD como cabezas llevando a Antonio Guzmán como candidato presidencial- que aunque se retiró de las elecciones por las presiones del régimen de Balaguer, con militares portando paños rojos –color del PRSC- en las puntas de sus bayonetas, y que se rearmó en 1978 con el Acuerdo de Santo Domingo, con el mismo candidato presidencial y con las presiones más acentuadas contra el gobierno de 12 años de Balaguer.
Las condiciones no son iguales, ni siquiera semejantes. El liderazgo es muy diferente y la presión proviene, en esta oportunidad, desde el interior mismo del partido de gobierno.
Todo esto es una suerte de dialéctica política.
La realidad está signada en los plazos legales que imponen las leyes de Partido y Electoral, a ser aplicadas por la Junta Central Electoral, nueva vez zarandeada por las disquisiciones y justificaciones de los resultados de las votaciones de una población que acudió ejemplarmente a depositar su decisión, en el voto de las primarias.
Pero también descansa gran responsabilidad en manos de los tribunales que, como el Superior Electoral, TSE, se ven cuestionados por los que reciben decisiones contrarias a sus pretensiones, igual que el Constitucional, TC, que será la instancia que tendrá la ‘última palabra’, por lo que ninguno sale ileso de las malidicencias, las presiones y las pasiones desbordadas.
JPM