Entre el ‘war room’ y el ego
La figura del ‘war room’ (cuarto de guerra, cuartel de campaña, centro de mando) constituye una de las herramientas vitales para el desarrollo de las estrategias de las campañas políticas.
A partir de las elecciones nacionales del 2004, el ‘cuarto de guerra’ se constituyó en un ‘arma de reglamento’ para los equipos de campaña de los partidos organizados y que pujan por la ganancia de la mayoría de los puestos públicos puestos en juego.
Tan pronto se ‘arman’ las precandidaturas, aparecen los ‘consultores’, ‘asesores’ y ‘expertos’ en ensamblar proyectos. En el país hay expertos sobre política y procesos electorales que han ganado prestigio –no solamente por ganar se gana renombre-, pero hay otros que son pura ‘pantalla’. En esta época también aparecen extranjeros con buenas credenciales y no poco aventureros que vienen a ‘ganarse unos cuartos’.
Estas reflexiones de hoy vienen a punto de una conversación en que participé hace unos días en que el tema de discusión era, precisamente, la eficacia de los equipos de campaña electoral que conforman los ‘war room’ o ‘cuarto de guerra’.
En los principales partidos, abocados hoy hacia el proceso de las primarias –que van a constituir unas elecciones, aunque internas- no se practica el manejo de una estructura de mando, con poder de decisión, que analice y trace las líneas de acción de la organización y los aspirantes de frente a la consulta cívica.
En comunicación política, el ‘war room’ es un grupo de personas con diferentes especialidades y visiones que aportan su experiencia y conocimiento para establecer las acciones a seguir ya que las campañas no sólo se concentran en responder el ataque de los opositores o hablar de ‘todo’ lo que publican los medios. La campaña debe obedecer a una planeación estratégica diseñada y plasmada en un tablero de mando, es la definición que los libros dan al ‘cuarto de guerra’.
En este contexto, entonces, las encuestas, algunas de empresas ‘rankeadas’, reconocidas por su seriedad y profesionalidad pero otras totalmente desconocidas y que evidentemente buscan hacer el ‘trabajo sucio’ que siempre ellas totalmente desconocida.
Aquí los aspirantes y acólitos poco siguen los lineamientos de los profesionales, son voceros propios, hablan de todo, sin entender que hoy las batallas políticas se libran en los medios de comunicación. En ese contexto, entonces, una serie de encuestas sin renombre ni el rigor científico parece ‘tocar la música’ que el candidato narcisista muchas veces necesita para satisfacer su ego, por encima de las políticas que los profesionales, instalados en un ‘war room’, deben imponer.
El ‘war room’ o ‘cuarto de guerra’, entonces, es trascendente, importante y hasta vital para la organización de las estrategias, del día a día, de las decisiones mediáticas de candidatos, proyectos, partidos en proceso de elecciones.
Si los aspirantes no lo entienden estarán condenados al fracaso.
of-am

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