¡Ay Hipólito!
El ingeniero Hipólito Mejía ha sido un político exitoso. Fue ministro de Agricultura, candidato a senador por Santiago, compañero de boleta del doctor Peña Gómez en 1990, presidente de la República y candidato presidencial del PRD en tres oportunidades. A sus 73 años de edad, ¿qué más quiere? Evidentemente que busca ser nuevamente candidato presidencial, ahora por el nuevo Partido Revolucionario Moderno, pero nunca antes, en sus anteriores competencias internas por encabezar la boleta, había presentado los obstáculos de esta oportunidad. Lo aseguro hoy (tomen notas): sea por encuestas o por convención que se escoja al candidato presidencial del PRM Hipólito Mejía perderá de Luis Abinader. Es que a Hipólito Mejía, quien se ha pasado el gobierno de Danilo Medina sin hacer oposición y dirigiendo elogios sospechosos, se le percibe tanto dentro como fuera del PRM como un hombre que le pasó su tiempo y que no tiene nada que ofertar al electorado dominicano. Las propias encuestas le atribuyen un alto rechazo en la población, más elevado (¡que es mucho decir!) que el rechazo de Leonel Fernández. Hace unas dos semanas Mejía estuvo con su sombrero en el municipio de Guerra, acompañado de Pepe Goico, de agrónomos, de compadres y de galleros. Se dice que es amigo de los amigos, indistintamente del perfil. La lealtad es una cualidad humana positiva. Tuve la oportunidad de ver el video de esa visita en uno de los noticiarios y me encontré con el discurso de siempre, carente de propuestas y de condena a los graves problemas que atraviesa el país, pero sí lleno de frases manidas, como la de: “¡Ay Leonelito…Ay Leonelito! La misma chercha. Luis Abinader, de 47 años de edad, no tiene el carisma de Hipólito Mejía, pero exhibe dominio de los temas de la agenda nacional, los que aborda con seriedad y firmeza, exponiendo sus causas y posibles soluciones. Es ecuánime, prudente y no confronta en el plano personal. Todos los estudios de opinión le otorgan altos porcentajes de aprobación y, lo que es más importante aún, no tiene tasa de rechazo en la población. Ante la gravedad de la problemática nacional y la necesidad de sacar al PLD del poder político, los opositores al oficialismo perciben a Luis Abinader como el candidato idóneo para encabezar la boleta presidencial de la convergencia por un mejor país. Esa candidatura se torna cada día más consensual. El autor de este artículo tiene sus reservas con un proceso comicial, como el del 2016, donde los órganos electorales están conformados por activistas políticos, en su mayoría miembros del Comité Central del PLD; otros tres representan al Partido Reformista, a Miguel Vargas y a la Iglesia Católica, respectivamente. Pero todos actúan en la misma dirección: a favor de Leonel Fernández y del oficialismo. Pero ya que se decidió participar en esa contienda electoral, aunque las condiciones sean tan desfavorables, no hay otra alternativa que apoyar las causas de las fuerzas liberales y opositoras que se aglutinarían en la Convergencia. Y no es un secreto que Luis Abinader se proyecta como el candidato presidencial de mayores perspectivas, indistintamente de los resultados que revelen las encuestas, de las que hay que coger y dejar por su carácter propagandístico y la finalidad política de quien las auspicia. Ante la situación de desventaja que registra Hipólito Mejía con relación a Luis Abinader, muchos aconsejan al ex presidente que renuncie a sus aspiraciones y proceda a apoyar al economista y empresario turístico. Es un sueño pensar que Mejía asuma una actitud de desprendimiento similar. No lo hizo siquiera en el año 2004, cuando buscó la reelección presidencial, con una intención de votos favorables de un 8% al iniciar la campaña electoral. Hipólito Mejía está en su derecho en aspirar a la candidatura presidencial del nuevo partido. Además, a esa entidad le conviene la convención, que se vea al pueblo votando, como acontecimiento que impactaría positivamente ante la opinión pública. No deja de ser una incógnita, sin embargo, la reacción de Hipólito Mejía después de una derrota en las elecciones internas. Lo ideal sería que asuma y respete eventuales resultados desfavorables, él podría hacer falta en la campaña por su carisma y por la percepción de unidad de la oposición. Donde la gente está convencida que no hace falta —y hay consenso sobre el particular— es en la boleta presidencial de la oposición y mucho menos en la Presidencia de la República. Sería volver a la misma chercha.

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