Santo Domingo y Santiago a punto de un colapso en el tránsito
Hasta aproximadamente 1970 la vida en Santo Domingo era color de rosas; éramos pocos y nuestras calles (construidas en la época colonial y durante la Era de Trujillo) eran suficientes para los escasos vehículos que teníamos. Pero cuando comenzó la masiva emigración del campo a las ciudades, la situación se complicó. En la capital se tornó desesperante en los años 60 y 70.
Es por ello que a partir de este último año el gobierno de Joaquín Balaguer se enfrascó en la titánica tarea de la renovación urbana, la cual incluyó la construcción y ampliación de grandes avenidas: la 27 de Febrero fue ampliada y prolongada hasta convertirla en el más importante y largo corredor vial de la Capital, que la atraviesa de Este a Oeste, de un extremo a otro. Posteriormente fueron construidas las avenidas Abrahan Lincoln y Winston Churchill.
Después del 1986, el gobierno dispuso dos nuevos corredores: las avenidas México y Quinto Centenario, que conectan, la primera con el puente Francisco del Rosario Sánchez y la segunda con la calle Padre Castellanos. Ordenó, asimismo, que el puente Francisco del Rosario Sánchez fuera ampliado para que aceptara un mayor flujo de vehículos. Y también fue construida la avenida Núñez de Cáceres.
En Santiago de los Caballeros fueron construidas importantes arterias que, además de cambiar la fisonomía de la ciudad, ayudaron enormemente a agilizar el tránsito.
Al gobierno de Leonel Fernández le cabe el mérito de haber construido los túneles, elevados y pasos a desnivel de las avenidas 27 de Febrero y John F. Kennedy así como otras obras importantes en materia vial.
El actual gobierno de Danilo Medina ha eliminado isletas y en los espacios que éstas ocupaban ha creado áreas de retorno. Ha sembrado arbustos ornamentales en casi todas las avenidas y llevado a cabo un agresivo programa de pavimentación y construcción de calles y carreteras. Recientemente dispuso la creación del Instituto Nacional de Tránsito Terrestre (INTRANT) y de la Dirección General de Seguridad Tránsito y Transporte Terrestre (DIGESETT).
Sucede, sin embargo, que debido al indiscutible crecimiento económico y al aumento del poder adquisitivo de muchas personas, en los últimos años se ha incrementado enormemente la cantidad de vehículos de motor y prácticamente hemos vuelto a los mismos niveles en que estábamos antes del 1070. Trasladarse de un lugar a otro en días laborables es una tarea de héroes. A diario vivimos un pandemónium de prolongados tapones en el que sobresalen conductores maleducados tratando de rebasar a otros indiscriminadamente, interminables toques de bocinas o pitos, vehículos lanzando humo y otras acciones que dan a entender que vivimos en un país de locos.
No está siendo cumplido más de un 90 por ciento de la nueva Ley No. 63-17, de Movilidad, Transporte Terrestre, Tránsito y Seguridad Vial de la República Dominicana así como tampoco casi ninguna de las regulaciones municipales sobre la materia. Pero lo triste del caso es que nadie lo impide. Se nota en las calles una mayor presencia de miembros del INTRANT y el DIGESETT, pero su pobre aspecto y mal humor son la mejor demostración de que es muy poco lo que pueden hacer para enfrentar el caos vehicular. Las acciones de estos organismos han sido tímidas e infantiles; se han limitado a reuniones, cursos, charlas, talleres y otras jornadas de poco impacto (como es por ejemplo una que acaba de ser iniciada bajo el nombre de “Semana Nacional de la Movilidad Sostenible”, con el objetivo (vaya Usted a ver..) de “promover los beneficios del uso de modos de transporte no motorizado y amigable con el medio ambiente”. (Es como si se le estuvieran aplicando aspirinas a un paciente aquejado de cáncer).
Al igual que en épocas anteriores, se necesitan medidas drásticas y costosas para enfrentar el desesperante y creciente problema del tránsito. Santo Domingo, Santiago de los Caballeros y otras ciudades importantes ya no aguantan más. Simplemente están al borde del colapso.
sp-am