Precandidatos sin propuestas
Al parecer de ciertos entendidos en la materia, hace varios meses que en el PLD se ha despertado -como decían en tiempos del oeste americano- “la fiebre del oro” con el asunto de las precandidaturas de dirigentes de esa organización, que procuran alcanzar la nominación presidencial para competir en las elecciones del año 2016. Para muchos, ese afán desmedido por salir al escenario fuera del tiempo prudente para hacerlo, radica en cierto modo, en el hecho de que el PLD está navegando solo en el escenario debido a la falta de una oposición responsable, que en cuyo caso no representaría peligro hacia futuro. Asimismo, otro factor que pudiera incidir es el relativo a la devaluación de la imagen del expresidente de la república y presidente del PLD, Dr. Leonel Fernández, quien en los últimos meses ha tenido que sortear incómodos cuestionamientos a sus gobiernos, los cuales han sido colocados en la balanza, nada más y nada menos que frente a la gestión de otro miembro de su partido. “La fábrica de presidentes” como la denominó el propio Fernández, en momentos donde él mismo promovió la idea, pudiera ser otro elemento que incitara los ánimos de salir a promover esas aspiraciones. De igual forma, un último elemento que pudo ser evaluado por los aspirantes, es el referente a la popularidad que mantiene el presidente Danilo Medina, y su gobierno, lo cual se sumaría al menú de posibilidades evaluadas por esos peledeistas a la hora de probar suerte. Ahora bien, la pregunta es la siguiente: ¿Son esos argumentos, razón suficiente como para entorpecer el desarrollo de la actual gestión gubernamental? ¿Tienen esos dirigentes los méritos suficientes para aspirar? ¿Están preparados políticamente esos peledeistas para asumir el relevo que amerita la ocasión? Quizás la respuesta sea un sí, o quizás no tanto. Lo preocupante es, que hasta el momento, ninguno de esos aspirantes ha mostrado interés en presentar una propuesta al país que defina un perfil confiable, y permita decidir sobre quién encabezará la boleta del PLD en las elecciones presidenciales del año 2016. Lamentablemente, los precandidatos del PLD que han salido a competir, solo se han limitado a modelar un perfil de aspavientos que despliega un poderío de opulencia económica incalculable, sin analizar que para ser presidente de una nación es necesario presentar propuestas sobre cómo dar continuidad a los planes de desarrollo del país. Un precandidato presidencial debe tener una visión clara de futuro, que le permita promover iniciativas que rescaten la confianza del ciudadano. Por esa razón, debe hacer que sus promesas sean creíbles, y que las soluciones sobre las necesidades básicas para mejorar el nivel de desarrollo, educación, trabajo y alimentación de la gente, están en sus manos. Un aspirante presidencial tiene la obligación de elevar el debate sobre como dinamizar la agenda del gobierno, promoviendo ideas que permitan transformar un modelo de crecimiento económico obsoleto, basado en el aumento del gasto público y el endeudamiento externo, convirtiéndolo en un modelo que fortalezca los sectores productivos redefiniendo el papel que debe jugar el gobierno en el desarrollo económico del país. Un precandidato, le corresponde exponer sobre cómo garantizará la continuidad de los proyectos llevados a cabo para fortalecer el sistema educativo nacional. De igual forma, debe presentar propuestas sobre cómo seguir diversificando la matriz energética, a través de la inversión en infraestructuras de producción que permitan la aplicación de políticas que ayuden a reducir el consumo de energía, promoviendo una agenda que planifique la transformación del parque energético nacional. También, debe referirse a la producción agropecuaria, a la agricultura, a la ganadería y sobre todo, a cómo mejorará la calidad de vida del hombre del campo. Debe igualmente, describir cómo frenará la deforestación de los bosques y las reservas naturales, pronunciándose sobre las áreas protegidas y decirle a la sociedad, cómo piensa disminuir la contaminación de las fuentes hídricas. En sociedades modernas, donde el nivel de conciencia del ciudadano es elevado, los aspirantes desarrollan un ejercicio que dibuja el hilo de la continuidad del Estado, mediante un discurso que conecta con los índices de desarrollo de la nación, lo que permite al electorado decidir sobre quien le representará mejor. En esas sociedades, la gente no sigue a los candidatos, sigue sus ideas. Son sociedades que permiten al ciudadano común, poner poca atención o casi ninguna atención, a las parafernalias propagandísticas de campaña debido a que los aspirantes están obligados a desarrollar un proselitismo basado en propuestas puntuales. Finalmente, dijo una vez un personaje pintoresco de un famoso spot de televisión, que “elegir un presidente no es un juego, no es apostar al que anote más carreras o tenga más banderas. Para manejar el Estado, hay que estar bien preparado. No todo el que quiere ser presidente, puede ser presidente…».

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