El velorio o la fiesta
La Ley de Partidos y el debate en torno a su contenido vuelve loco a cualquiera, porque es difícil entender los objetivos que procuran los que la defienden u objetan dentro del Partido Oficial y en la oposición y porque ese estatuto concede libertad a las organizaciones partidarias a escoger sus candidatos como mejor les parezca.
Se admite que los partidos no han logrado tutelar por sí mismos el derecho de sus afiliados a elegir y ser elegidos, peor aún, que esa prerrogativa ha sido secuestrada por una oligarquía partidaria o por caudillos, lo que hace razonable lo de primarias abiertas.
Es también aceptable el planteamiento de que el militante de un partido adquiere una especie de derecho patrimonial que es vedado los ciudadanos que no forman parte de su membresía, por lo que también es válida la fórmula de primarias cerradas.
Los partidos Revolucionario Moderno (PRM) y Reformista Social Cristiano (PRSC) votaron por una ley que sus líderes dicen que no cumplirán, al anunciar que sus primarias serán cerradas, sin haber consultado a sus órganos de dirección, como manda ese estatuto.
En el PLD se dice que el presidente Danilo Medina controla hasta la respiración de ese partido, pero sus adversario prefieren que los candidatos sean electos en primarias cerradas, lo que a partir de ese criterio supondría que loa corriente presidencial arrasaría en unos eventuales comicios bajo esa modalidad.
El doctor Leonel Fernández inició su campaña por la búsqueda de una nueva postulación desde afuera hacia adentro, es decir con caravanas, recolección de firmas y asambleas públicas, por lo que parecería una contradicción que apueste por primarias cerradas.
Desde la corriente del presidente Fernandez se afirma que las primarias abiertas violan la Constitución de la Republica, parecer que tendría que determinarlo el Tribunal Constitucional, aunque es posible adelantar sentencias mundanas como “ Lo que es igual no es ventaja” o “Quien puede lo más puede lo menos”.
La infección que afecta a la Ley de Partidos agravó la crisis dentro del PLD y ha contagiado en el mismo tuétano al principal partido de oposición, que en el Congreso no pudo ocultar sus enaguas, pero lo más gracioso resulta ser que a la población no le interesa si se aprobó el pesos y medio o el uno con cincuenta.
El liderazgo del PLD todavía permanece en el velorio de esa ley, pero la mayoría del pueblo se fue para la fiesta del Metro y del Teleférico, porque prefiere disfrutar del progreso antes que llorar a un muerto que está sudando, con dolientes que aguardan por el entierro para pelear la herencia.
Confrontar la legalidad de ese estatuto en el Tribunal Constitucional sería como valorar más a la sal que al chivo, porque no resulta prudente elegir un escenario jurídico para dirimir un conflicto político. Cuando esa Alta Corte emita una sentencia a favor o en contra habrán pasado los nueve días de la unidad del PLD.
Lo mejor sería que Danilo y Leonel salgan del velorio de la Ley de Partido y acompañen al pueblo en la fiesta del Metro y del Teleférico, donde los dos pusieron la música y la bebida.