El desvergonzado arte de engañar
La juventud no sirveeee, dijo el anciano mientras hacía gestos de desaprobación con la mano, molesto por la estafa cometida por un técnico de electrodomésticos.
Pero aunque en este caso, el protagonista de la mala acción era un joven, no hay que recordar que engañar no es exclusivo de ese segmento.
Quizás por eso, cada vez son menos las personas que osan recomendar a otra para labores técnicas y tal vez por esa misma razón aumenta el bricolaje o el resolver los desperfectos por cuenta propia.
Pero ojalá solo en ese campo, tan simple, los desaprensivos emplearan sus tácticas para alzarse con dinero, bienes y tranquilidad ajenos.
Las múltiples formas que toma el engaño abarcan un radio de acción inmenso y las consecuencias más graves por lo común son el plano emocional.
Es indescriptible la impotencia que deja ser desconsiderado por alguien en quien fue depositada confianza. En ese aspecto los daños son mayores porque no es posible tasarlos en moneda.
Es como si a los que tienen por hábito sacar ventaja sin importar quedar mal no les afectara la huella que dejan en este camino tan corto. Como si su poca vergüenza les nublara el raciocinio.
Como si ignoraran que la mejor promoción es la de boca en boca y sobre todo, que las malas referencias calan más y eso va en sentido figurado y literal.
Pero tal como exclamó el anciano del inicio de este artículo, todo obra para bien y a veces cuando uno cree que pierde, en realidad gana porque además de que la alimaña huye movida por su falta, nos enseña cómo eliminar a otras de su especie.
El mejor ejemplo son miembros de la mafia morada! Todos los dias se inventan una para robarle al pueblo.