¿Hasta cuándo los odiosos .95?

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Planificar ir al supermercado significa una pesadilla garantizada. No en vano, años atrás, le llamábamos “la casa del terror”, sobrenombre que cambiaríamos por “la cueva de los espantos”, por lo que nos provoca hacer la compra, para la que cada semana o quincena, encontramos precios más altos que los anteriores, significándonos un caos a nuestro presupuesto. Organizamos la lista de los artículos necesarios y no hay manera de lograr ajustar nuestros dineros a los precios marcados, salvo no adquirirlos todos. Con las ofertas de: miércoles verde, jueves rojo ¡y paro de contar!, muchos clientes compran casi a diario para conseguir mejores costos que los del día posterior. Además de las sistemáticas subidas de precios, apenas nos percatamos de cuánto los dueños de establecimientos, -supermercados, farmacias, etc.- ¡porque no tienen cambios!, se apropian de nuestro dinero. Veamos. Al comprar por un costo de $99.95 y todo artículo cuyo valor finalice en .95, los cajeros o cajeras jamás nos devuelven los .05. En igual orden, si una cajera tiene 20 compradores, pagan en efectivo y a ninguno le devuelven SUS RD$.05, estamos regalando RD$1.00 a la empresa. Sobre esta base, los compradores pierden un peso diariamente, o sea 20×0.05=RD$1.00; en una semana (7 días) serían RD$7.00 pesos; en un mes de 4 semanas = RD$28.00 pesos y en un año (365 días) RD$336 pesos. Estos valores muestran que por año, a cada persona le retienen RD$16.80, un total insignificante. Si calculamos que por año, esto le sucede a un millón de personas, estaríamos hablando de RD$16,800,000.00, ganancias por excedentes -¿libres de impuestos?- que de nuestras compras vamos dejando en diferentes centros comerciales. ¿Podemos concientizar de cuántos pesos dominicanos estamos hablando? Los sobrantes y/o devueltas, ¿se los guardan y/o reparte el personal encargado de las cajas o los dueños de los negocios? ¿A dónde van a parar; acaso los donan a centros benéficos, hospitales, o quizá al Hogar de Doña Chucha? Si le revuelve el estómago razonar esta realidad, cuando haga su compra ¿por qué no exigir que le entreguen cuanto le sobre, aunque sean los .05?, a ver si entre todos logramos finalizar este dolo. Recientemente, al solicitar mi sobrante, educado y sereno el cajero me explicó: “es para redondear”. ¿A favor de quién? ¡Que no “redondeen” sus cuentas con nuestros dineros! Debemos reclamar nuestras “devueltas”, aunque nos llamen miserables, ¡pidiendo cheles! Tal cual el inaudito enojo que provoqué en la cajera de la panadería del supermercado X, además de escucharla comentar a su compañera: «Mira eso, pidiendo su devuelta.» Me brotó el indio, exigí llamar al supervisor y mágicamente apareció mi cambio. Mientras persista esta irregularidad, recuerde que en cualquier renglón o lugar de compra, estamos permitiendo el timo de los vendedores. Nos durmieron con cantos de sirena y si no despertamos, continuaremos regalándoles parte de nuestras finanzas. Frente a esta abrumadora realidad, ¿quién podrá salvarnos? Ni Mafalda ni el Chapulín Colorao. Probablemente esta anormalidad comercial no haya sido contemplada por los organismos correspondientes. En tal sentido, los buenos oficios de Doña Altagracia Paulino, Directora de Protección al Consumidor y Doña Zoila Martínez Guante, Directora de la Defensoría del Pueblo, aunadas ambas instituciones, pueden ayudarnos a todos, principalmente a las clases más desposeídas, a erradicar este injustificable dolo. Que se eliminen los odiosos .95 y etiquetar costos enteros: $60.00, $120.00 ó $50.00, etc., sin los cleptómanos .95. Los dominicanos agradeceremos sus gestiones, y ¡Dios las premiará! desmayes, que Jehová, tu Dios, siempre estará contigo»

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