Las decisiones ¿con los hijos o por ellos?
Me preocupa el rumbo de la sociedad. El núcleo familiar es básico. Sin embargo, el concepto de que los padres deben decidir, basados en que son los progenitores y tienen más experiencias, debe ser revisado. De una u otra forma, los hijos, no importa la edad, deben ser involucrados en la toma de decisiones. Es la manera más efectiva de enseñarlos a analizar, asumir responsabilidades, entender el diario vivir y enfrentar las vicisitudes. Así comprenderán que dialogar, compartir, recabar opiniones, son estupendas herramientas para las decisiones juiciosas. Imponer las ideas como si fueran verdades absolutas, con el afán de demostrar quien es el jefe, la autoridad, el patriarca, impide el aprendizaje adecuado del individuo. Igual de dañinos son los castigos físicos, golpear, hincar, encerrar, pellizcar, para que los hijos obedezcan sin cuestionar. Son abusos de los adultos o quienes tienen poder. De ahí surgen los futuros dictadores y maleantes. El miedo psicológico y el látigo son los peores instrumentos para educar. Golpear el cuerpo es infligir el alma, la mente, las ideas, el pensamiento de la persona. Ese estilo dictatorial, es una manera de humillar, esclavizar, deformar. Marca negativamente la personalidad. Esa actitud en los padres es sinónimo de limitaciones, ignorancias, temores, inseguridad. Los hijos deben ser consultados, tratados como personas humanas. El proceso se inicia en la urdimbre afectiva, en la concepción emocional. Debe seguir cuando nacen y por siempre. Tienen derecho a participar activamente en la construcción de sus vidas, con su estilo, con su marca. Los padres tendrán más experiencias pero no significa que deben imponer sus ideas. Deben escucharlos y ponderar juntos las decisiones. Si queremos hijos libres y felices, debemos enseñarlos a comportarse como tales. Recordemos que los niños y jóvenes, tienen corazón, cerebro, inteligencia. Debemos enseñar a usarlos, para preservar su dignidad. Se logra mediante el dialogo. Jamás deben ser humillados en privado ni en público, con el pretexto de corregirlos. Faltarle el respeto es exponerlos a la ofensa de los demás. Siento un profundo desprecio por los padres que con palabras y castigos físicos, irrespetan a sus hijos. Las decisiones deben ser tomadas con ellos, con elegancia. ¡Nunca por ellos!!. Si bien podemos facilitarles fuentes de aprendizaje, marcos de referencias, deben involucrarse en las decisiones, que se sientan importantes, cómodos, respetados, felices y realizados. Es lo que buscamos. En conclusión, con los hijos, debemos dialogar, interactuar, interpretar sus intereses y apoyar lo que le agradaba y no los deformaba. Buscar que se realicen como personas. Aprender a escucharlos. De sus opiniones, también aprendemos. Jamás imponerles las directrices porque soy “el jefe que manda” ni hacerles observaciones para que el público nos escuche y aplauda, al tiempo que los humillamos. La meta deben ser ellos. ¡Que despeguen con seguridad y éxitos del aeropuerto del hogar, rumbo al universo!!. Que sean respetados para que respeten. Si en el seno del hogar, los enseñamos a dialogar, lo harán en los demás escenarios, donde interactúen. Es la mejor forma de contribuir a hacer una sociedad donde impere la justicia, la armonía y la paz.

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