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La nueva estrategia de Blas Peralta
Los antecedentes criminales no pueden reflejarse en la túnica del arrepentimiento para encubrir y confundir la justicia, tras recibir el dictamen de un fallo desagradable, luego de un prontuario de denuncias, acusaciones, quejas sobre crímenes y violaciones a la Leyes que albergan los archivos de los tribunales de la justicia dominicana.
Sensibilizando el corazón y mostrando confusos actos de humildad, el sindicalista del transporte, Blas Peralta, se hace un enjuague que hurga el cuerpo humano buscando cambiar la normativa del suspenso en sus actuaciones radicales justificando su arrepentimiento y pastoreándose en el mundo religioso como todo costumbrista de lo confuso e inhumano.
“El aspecto de lo retributivo no es tendencioso para lograr lo despreciable (M. B.), porque a todo aquel que provoca daños a un tercero Dios le tiene su recompensa”, como dicta la Biblia en 2 de Pedro 3:9, “el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.
Sin duda alguna, “en la oración está el poder de la salvación” y debemos predicar el evangelio por el arrepentimiento de los delincuentes, asesinos y narcotraficantes que se arropan con la manta de serviles por fuera, sin embargo por dentro, tiene el corazón lleno de odio.
Blas Peralta, un pichón de diablo sindicado por cometer incontables asesinatos con anterioridad al de Mateo Aquino Febrillet, condenado a 30 años de prisión, pretende confundir la justicia y el manejo objetivo de las Leyes creando expectativas premeditadas e insertándose al credo religioso como todo aquel que viola los principios morales y para reducir la pena se viste de santo. Ahora dice “a más tardar en el 2020 estaré fuera de la cárcel”, 27 años menos de lo establecido por el fallo, dejando fuera de contexto la decisión de la justicia.
Si la justicia se maneja con principios dictaminados por nuestra Carta Magna, la condena al sindicado Blas Peralta, contra el ex rector de la UASD, Mateo Aquino Febrillet, debe ser el inicio de un proceso a todo un prontuario de hechos delictivos, por ejemplo, el asesinato del sindicalista y dirigente comunitario, Camilo Lespín Almonte, muerto de varios disparos durante un hecho ocurrido en agosto del 2009, en el municipio de Maimón, provincia Monseñor Nouel.
Blas Peralta fue acusado de asesinato a mano armada por los familiares de Lespín y requerido por la justicia de Monseñor Nouel, para ser procesado con una medida de coerción que finalmente recayó en uno de sus espalderos, el cual se auto incriminó a cambio de ser sobornado, como siempre sucede ante el poder influyente y confuso de la justicia.
Blas Peralta estuvo preso por estafa, o sea, se ha enfrentado con la justicia en diversas ocasiones y la mayoría de veces se ha impuesto a través del dinero corruptor y el soborno. Recuerdo que Peralta también figura en el expediente por corrupción junto a exfuncionarios del gobierno de Hipólito Mejía, vía el Plan de Renovación Vehicular (Plan Renove), por haber estafado al Estado con RD$1,800 millones, condenado en el 2007 a seis meses de prisión correccional y al pago de dos millones de pesos.
Dios, tenía que morir una persona influyente para que la justicia dilucidara las acusaciones contra Blas Peralta y condenarlo. El poder político influyó para que este delincuente de cuello blanco no fuera procesado por la justicia, hasta que asesinó al ex rector de la UASD, sin embargo, tras el fallo en contra a 30 años de prisión quiere vestirse de Santo y lograr la reducción de la pena para salir en libertad y continuar cometiendo fechorías, como el brigadier que delinque y luego muestra impunidad.
La justicia no puede mostrar flexibilidad ante la nueva estrategia política del sindicalista, Blas Peralta. Algunos se visten de sacerdotes para crear confusiones y hacer creer que son dignos.
JPM