Y otra vez delincuencia
Los dominicanos a lo largo de toda la historia hemos peleado muchas batallas, como la del 30 de marzo de 1844. Hemos sido de víctimas de invasiones de toda índole y guerreado en nuestra cotidianidad con demasiados enemigos no tangibles, que incluso menguan las esperanzas y nos hacen creer que nos vencieron. Como ahora.
Ahora que la calle está llena de gente paranoica, que temerosa echa hacia un lado cuando tiene un extraño cerca.
Como el estribillo de una canción de moda repetido hasta el hastío, la frase “la ola de delincuencia” retumba en los noticieros, es leída en los periódicos y pronunciada por todos lados en boca de gente que fue o teme ser atacada.
Esa marea alta hizo reunir al equipo de seguridad del Estado, que hace pensar en ese escuadrón de héroes de comics que planea en su guarida cómo salvar a una población que ya no confía en que sus acciones aligeren el temor.
Desde este viernes las calles verán desfilar a 7,000 soldados y policías, de unidades tácticas, lince, topos y swat que las vigilarán las 24 horas del día.
No es solo eso. Hay cambios en las direcciones de la Policía “para mantener los niveles de seguridad que demanda la ciudadanía”, solo que son rotaciones, no caras nuevas.
Esas medidas pretenden ahuyentar a los delincuentes que han sembrado el pavor entre una ciudadanía trabajadora, que merece vivir en paz ¿pero alejará igual las causas que generan ese monstruo que mantiene a la gente enclaustrada en su casa?.
¿Podrán esos uniformados combatir la desigualdad social que nos permea, esa inequidad que engendra todos los días una nueva forma de delinquir?.
¿Saben los agentes del orden que cada vez que matan a un muchacho que según los reportes policiales tenía un amplio prontuario, la exclusión pare diez?.
Consientes o no de esto, saldrán a buscar maleantes, porque es la orden que han recibido de autoridades que no quieren más sobre sus espaldas las críticas a la escasez de políticas públicas eficaces.
Ojalá que su accionar no sea igual de selectivo que el progreso que solo pocos ven llegar y que no haya delincuentes favorecidos porque pagaron el peaje. Ojalá que no asuman que acabar con el delito significa matar al que lo comete.
JPM

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