OPINION: ¡Institucionalidad, lo podemos lograr!

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EL AUTOR es abogado y político. Reside en Santo Domingo.

El problema medular que afecta a la República Dominicana, tanto en su tejido social como en su estructura estatal, es sin dudas, la crisis o falta de institucionalidad.

Para el profesor Maurice Duverger la institucionalidad la compone el conjunto de instituciones que se refieren al poder, a su organización, a su evolución, a su ejercicio, a su legitimidad, etc. y la combinación de estas configura el régimen político. Este a su vez tiene como base el fenómeno de la autoridad, del poder, de la distinción entre gobernados y gobernantes.

Gran parte de las instituciones del país no funcionan de manera correcta, no cumplen de manera cabal sus funciones, o están afectadas de una debilidad operativa que se refl eja en su desempeño y no les permite trabajar con los niveles de transparencia requeridos, dando paso a la inefi ciencia fi nanciera y administrativa, y a la malversación y mal manejo de los recursos del erario. Esto trae como resultado un país con muchas carencias, defi cientes servicios públicos, grandes desigualdades sociales, falta de oportunidades, escaso desarrollo humano, ausencia de un régimen de consecuencias, sin justicia legal ni social, desesperanza, pobreza y corrupción en todos sus estamentos de poder.

Muchos dirán que hemos avanzado y les doy la razón. En los últimos cincuenta años nuestro estado de derecho se ha defi nido, hemos alcanzado libertades públicas y un crecimiento económico sostenido, es decir, hoy no nos encontramos en el mismo lugar que hace algunas décadas. Sin embargo, eso solo se refl eja en lo que se conoce como democracia ciudadana y democracia electoral: libertades públicas y elecciones. No así en la parte más importante, la democracia social.

Vivimos en un país que produce mas cada año, crece económicamente, genera mas riqueza, pero va a las mismas manos, a donde la misma gente; un porcentaje ínfi mo de la población vive muy holgada y cómodamente, desarrollando sus vidas, a veces hasta a escasos metros de la inmensa mayoría de ciudadanos que pasan hambre y necesidades, con pésimas condiciones de trabajo, de transporte, de vivienda, de salud, de educación pública, comida cara, energía costosa, combustibles por las nubes, y otros males mas. Las estadísticas dan cuenta que la mitad de los dominicanos viven por debajo de la línea de pobreza y a su vez, la mitad de estos, en la extrema, en estado de indigencia. Carecemos de una democracia plena, nos falta avanzar enormemente en el ámbito social de la democracia.

Esto solo puede ser superado (y muchos países lo han logrado) asumiendo con determinación un nuevo modelo político, económico y social que se enfoque principalmente en lograr el equilibrio necesario entre los instrumentos de la política económica, la política social y la política fi scal, para garantizar la equidad en nuestra sociedad, de la mano de un drástico fortalecimiento de nuestro estado de derecho, el cumplimiento de las leyes y la administración de justicia, con un régimen de consecuencias igual para todos, los de arriba y los de abajo. Todo esto va en benefi cio de la institucionalidad democrática y el desarrollo sostenible de nuestro país.

Y tengo la fe y la esperanza de que se puede logar, pero solo como tarea de las nuevas generaciones y el impulso de los nuevos liderazgos.

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