OPINION: Hipólito y el PRM
El sectarismo irracional enceguece al liderazgo opositor, lo incapacita para constituirse en opción de poder y le da vigencia ilimitada al peledeísmo, a pesar del hastío de la gente ante un dilatado ejercicio que en las próximas elecciones cumplirá en el Gobierno 20 de los últimos 24 años.
Lo peor es que nadie es capaz de ver un panorama electoral tan claro –exceptuando al expresidente Hipólito Mejía que ha asumido la prudencia como norma opositora–, y que hace evidente el declive de la opción peledeísta sin importar quién sea su abanderado.
No importa que repita Danilo, que vuelva Leonel, que pongan a Margarita, a Reinaldo, a Francisco Javier… El modelo peledeísta está agotado, la gente luce cansada del mismo partido, de la misma gente, de los mismos rostros, del mismo color, de la misma bandera…
El único insensato capaz de no hacer la proyección correcta en términos electorales es Abinader, que sigue mostrando una fogosidad infantil dejándose utilizar por los grupos rebeldes de siempre, justamente los que no tienen futuro porque jamás han asumido el presente con inteligencia política. Ni les interesa.
¿Quiénes son los aliados de Abinader? Justamente los que nunca han tenido ninguna significación electoral en un abanico que se extiende de un extremo a otro: la izquierda trasnochada y la derecha frustrada, en su mayoría desechos del oficialismo.
¡Búsquelos, cuéntelos, registre sus siglas! Los mismos de siempre, exceptuando a Abinader –el único nuevo–, pero igualmente incapaz de proyectar un escenario que eventualmente le pueda redituar algún interés político y electoral.
… Aparece un sabueso
Como zahorí de la política, Hipólito lo vio hace un buen rato. Sabe que la irracionalidad opositora ha sido superada por la sociedad dominicana, que estos son otros tiempos, que ha surgido una clase media emergente que abomina de la intranquilidad aún reprobando los métodos poco ortodoxos del ejercicio del poder.
¿Cuál es, entonces, la estrategia adecuada para atraerse a esos sectores mayoritarios? ¿Participando en movilizaciones sediciosas? ¿En bullanguerías callejeras? ¿Dejándose arrastrar por un radicalismo insustancioso? Abinader cree eso. Hipólito, todo lo contrario. Hipólito plantea sugerencias inteligentes al Gobierno; Abinader, anuncia que “va para la calle” y que se colocará al frente de una marcha convocada por grupitos extremistas que han fracasado en todas sus iniciativas políticas.
Es evidente que entre Hipólito y Abinader ha habido un deslinde de estrategias, pero en ninguno de los dos casos se le ha dado participación al partido del que ambos forman parte, el PRM. Y no parece que eso vaya a ocurrir hasta que se defina cuál de los dos es el líder de esa formación.
¿Abrazos y garrotazos?
Hace ahora 21 años, el PLD jugó sus cartas con la misma estrategia maquiavélica que aplica Hipólito ahora: ¡Si no puedes batir a tu enemigo a garrotazos, derrótalo con abrazos! En el proceso de 1996, muchos en la ortodoxia boschistas se llevaron el pañuelo a la nariz… ¿El resultado? Veinte años en el poder. Y el rancho ardiendo mientras la oposición persista en las opciones de caco hueco como la de Abinader… … Es eso lo que explica el cambio de actitud de Hipólito, sus posiciones sensatas y ecuánimes y su acercamiento a todos los demás líderes al margen del radicalismo soberbio de Abinader, incluyendo a Miguel Vargas y su antiguo partido, el PRD.
“Porque en política –ha dicho muchas veces el pontífice Gutiérrez Félix–, se hace lo que conviene”. ¿Qué es lo que le conviene ahora a Hipólito? La respuesta a esa pregunta tal vez coincida con lo que le conviene a Danilo… ¡Porque en el partidismo dominicano todo está inventado!