Camisa de fuerza y usurpación del Poder Electoral

En el libro ‘Memorias de un soldado’ (capítulo I, ·La verdad se pinta con reales maravillas·), el dictador chileno Augusto Pinochet Ugarte expresó que los hombres de armas, a diferencia de los políticos profesionales, “no pintamos tantas maravillas, sino que hacemos cosas”. ¿Cómo tres partidos lograron imponer una camisa de fuerza al electorado dominicano desde 1966 a la fecha? Hay que empezar asumiendo que existe un pivote, un punto de apoyo para lograr tal hazaña. “La organización y los dictámenes de los procesos electorales son un aspecto vital de la democracia”, como señalara el pensador Eugenio María de Hostos. Así, Esteban Alonso y González-Trevijano descubren “el poder electoral, como el primero de todos, ya que de su ejercicio derivan los demás poderes del Estado social y democrático de Derecho. En otras palabras, todos los poderes deben tener como fuente inicial de legitimación el Poder Electoral. El pueblo actúa como gobernante mediante elecciones. A través de éstas tenemos Asambleas y Parlamentos (Congreso) y de cuyas bases se fija la Constitución. Sin democracia no hay Constitución, pero sin Constitución no hay democracia garantizada por el Derecho”. Este es el pivote que aseguró la partidocracia dominicana para perpetuarse: el Poder Electoral. Todo este proceso, que se inició con proyección calculada en 1966, fue madurando apoyado por mayores recursos, mejores tecnologías y cuyas resultantes han sid 1966-1978, Partido Reformista; 1978-1986, Partido Revolucionario Dominicano; 1986-1996, Partido Reformista; 1996-2000, Partido de la Liberación Dominicana; 2000-2004, Partido Revolucionario Dominicano; 2004-2016, Partido de la Liberación Dominicana… O sea, entre 1966 y el 2016, han gobernad PRSC, 22 años; PRD, 12 años; PLD, 16 años. La “maravilla” es como han legitimado todas las irregularidades, más que conocidas, que sostienen el andamiaje electoral dominicano. En esto han superado al general Pinochet en el concepto, pues nuestra partidocracia también “ha hecho cosas”, ciertamente maravillosas, dentro del sistema político. El elector dominicano está entrampado en escoger entre tres partidos tradicionales que han mostrado haber evolucionado en corporaciones herméticamente excluyentes. Sus abracadabrantes ingredientes se entremezclan entre tremendismos electoreros y la exaltación politiquera. El Poder Electoral, y todos sus ramales legales y constitucionales, están supeditados a los intereses y planificación de las cúpulas de estos tres partidos mayoritarios. Siendo actualmente el Partido Reformista un comodín entre los dos restantes, curiosamente es el de mayor tiempo de ejercicio en el poder. En el mismo libro añade el general Pinochet: “Pero por el momento no nos vamos a ocupar de imágenes, veraces o falsas, sino de realidades… –Nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira–, decía don Ramón de Campoamor. Eso vale para el mundo de las imágenes. En el universo de las realidades cuenta esta otra definición dada por el poeta Antonio Machad “El ojo que ves, no es ojo porque tú lo veas. Es ojo porque te ve”. Como “el poder descansa en la punta de un fusil” y esta partidocracia lo tiene a su favor, nos resta denunciar y exponer los excesos del sistema, sistemáticamente. En las elecciones votar por el menos malo, pero nunca abstenerse. Está demostrado, fuera de historicismos acomodados, que los partidos terminan suicidándose, ya desacreditados. Con ellos se llevan marcada, como un estigma, la frase: “Quien debilita su Patria, la traiciona…” agustinperozob@yahoo.com

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