OPINION: La crisis política de Haití, sin salida?
A través de los medios de comunicación recibimos múltiples informaciones sobre los problemas económicos, políticos y sociales que afectan a la vecina R. de Haití que nos abruman y entristecen.
Entre esas informaciones sobresalen las que se refieren a la permanente crisis política que padece el pueblo haitiano que, en lugar de solucionarse, se hace más aguda, compleja y sin vislumbrarse una salida adecuada y cónsona con los avances del sistema democrático, en este Siglo XXI.
La R. de Haití presenta las principales características de un Estado fallido. Tiene décadas padeciendo dictaduras, intervenciones militares, gobiernos efímeros e inestables, ausencia de institucionalidad y sus principales estructuras están carcomidas por la corrupción, el contrabando y el narcotráfico.
Los últimos intentos por realizar elecciones democráticas, libres y transparentes para seleccionar presidente, legisladores y autoridades municipales fracasaron totalmente. El gobierno del “artista” Michel Martelly fue un rotundo fiasco. Terminó sin gloria y con muchas penas. Ni siquiera pudo garantizar elecciones para la legítima designación del sucesor por lo cual tuvo que dar paso al gobierno provisional deJocelerme Privert,
El nuevo Consejo Electoral Provisional (CEP) de Haití anuló las elecciones presidenciales celebradas el año pasado y convocó a comicios presidenciales que, de acuerdo el calendario electoral, la primera vuelta se realizará el 9 de octubre próximo, y, en caso de ser necesario, el 8 de enero de 2017, la segunda.
Actualmente, Haití está sin Presidente. El gobierno de Jocelerme Privert es un gobierno de facto. Hace un mes se le cumplió el tiempo para el cual fue designado. En el Parlamento haitiano, en varias sesiones, no ha podido no ha podido decidir si lo mantiene o designa otro Presidente provisional.
Esa peligrosa situación política avanza sin rumbo cierto. La incapacidad, actitud y los intereses grupales de la élite intelectual y de la cúpula de la clase política de Haití están muy por encima de los intereses de la nación. Se encuentran muy divididos y dispersos.
Esa lamentable situación también se manifiesta en el gran desorden político de los haitianos tan peculiar que, en las elecciones pautadas para el próximo 9 de octubre, el CEP ya inscribió a 27 diferentes candidatos a la presidencia, en representación de unos 123 diferentes partidos.
En paralelo a ese tétrico panorama tenemos dos situaciones adicionales que la profundizan aún más:
- a) Continúan las protestas callejeras y violentas. Incluso, la tropa militar extranjera de la MINUSTAH que, desde hace trece años, se encuentra ocupando a ese empobrecido país, no ha podido controlar las frecuentes confrontaciones entre facciones contrarias.
- b) El gobierno de los Estados Unidos de América que “ayudó” con 33 millones de dólares a organizar las anteriores elecciones anunció, el pasado 5 de julio, a través del portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, la “suspensión” de su asistencia financiera electoral a Haití para las nuevas elecciones presidenciales del próximo 9 de octubre.
La incertidumbre se cierne sobre el futuro político inmediato de Haití, Nadie está en capacidad de vaticinar lo que podría suceder de aquí al 9 de octubre. Tampoco hay garantía de que, con esta nueva situación, el CEP pueda organizar unas elecciones limpias, transparentes y con resultados aceptados, democráticamente, por los participantes.
Mientras tanto, el pueblo haitiano sigue padeciendo la mayor pobreza del hemisferio occidental, las más altas tasas de desempleos y analfabetismo y víctima del narcotráfico, la inseguridad ciudadana, la gran ausencia de esperanza en el porvenir y… políticamente, atrapado y sin salida a la vista.
A la R. Dominicana, más que a ningún otro país, le afecta en forma directa y negativa la lamentable e indescifrable situación política que padece la vecina R. de Haití.
Sin embargo, en respeto a la soberanía y al principio de la autodeterminación de los pueblos, los dominicanos solo podemos solicitar a los organismos internacionales, principalmente a la ONU y la OEA y a los gobiernos de EUA, Francia, Bélgica y Canadá que apadrinen y asuman con mayor responsabilidad la tarea de ayudar, con efectividad, al pueblo haitiano a superar la crisis política para evitarle males peores a los que, desde hace décadas, viene padeciendo.
jpm