La mujer: limitado rol en pensiones
A pesar de su constante superación y capacidad productiva, el salario promedio de la mujer equivale al 75% con igual capacidad y responsabilidad laboral, lo que reduce su nivel de vida y la posibilidad de recibir una pensión digna
La mujer dominicana se ha tomado muy en serio el objetivo de preparse cada día más para asumir los nuevos retos de una sociedad en constante cambio. El desarrollo tecnológico prácticamente ha eliminado muchas barreras que impedían su participación en una variedad de trabajos que antes dependían básicamente del esfuerzo físico. En adición, las estancias infantiles han facilitado su participación en el proceso económico.
Desde hace más de tres décadas ha superado al hombre en la matriculación de la gran mayoría de las disciplinas a nivel técnico y superior, incluidas aquellas tradicionalmente reservadas para el sexo masculino. Y lo ha hecho con tal dedicación que en todas las promociones ocupa un lugar destacado, con frecuencia superior al hombre.
Esta nueva impronta le ha ido abriendo nuevas oportunidades profesionales en las áreas técnicas, de la ingeniería, informática, planifiación, supervisión y gerencia, con resultados iguales, similares y hasta superiores que sus homólogos masculinos. Sin embargo, el nivel de sus ingresos y demás reivindicaciones no ha crecido a un ritmo equivalente al ascenso profesional y ocupacional alcanzado.
A pesar de la modernidad y del crecimiento económico, aquí y en la mayoría de los países en vías de desarrollo, persisten grandes asimetrías que se expresan en una doble desigualdad en el campo laboral: tiene menos acceso a los puestos de trabajo superiores y sólo gana alrededor de las tres cuartas partes del salario de los hombres, en igualdad de condiciones y a veces, con mayor preparación, capacidad y dedicación.
El nivel de desempleo de las mujeres casi triplica al de los hombres (22.4% Vs. 8.2%). Además, sus ingresos apenas equivalen al 75%, llegando al 88% en el sector formal y a sólo el 62% en el informal. En adición, capitanean el 56% de las microempresas del país, con ingresos mensuales de alrededor de 7,000 pesos, la mitad del costo de la canasta familiar.
Esta desigualdad, que obviamente raya en la discriminación laboral, le genera tensiones y situaciones familiares de consideración. En cerca del 40% de los hogares dominicanos la mujer constituye la jefa de la familia, lo que le impone una mayor responsabilidad en la manutención de los hijos, en el pago de la matricula escolar, en la atención médica y en otras responsabilidades que representan una carga permanente en el presupuesto familiar.
En el campo previsional las perspectivas de la mujer no resultan positivas, como en el área de la salud. La inferioridad salarial determina un crecimiento más lento de su fondo de retiro. Su historia laboral suele ser más inestable y un tercio menor que la del hombre. Y en adición, su esperanza de vida resulta, en promedio, cuatro o cinco años mayor. Todos estos factores le auguran una pensión inferior.
Con sobradas razones, la semana pasada al celebrarse el día internacional de la mujer, más de 60 organizaciones comprometidas con sus derechos, demandaron varias reformas sociales tendentes a elevar sus oportunidades, calidad de vida y condición social. Como todos los años, llovieron los elogios y la valoración formal de su rol. Ojalá que el año entrante, además de palabras bonitas, las autoridades puedan presentar algunos resultados.
JPM