La crisis de los servicios en RD
La República Dominicana está pasando por un periodo de crisis de confianza y falta de ética y moral que está afectando el fiel desenvolvimiento y prestación de los servicios técnicos que requiere la ciudadanía, desde un reparador de aires acondicionado, mecánico de vehículos, albañiles, carpinteros, servicio de limpieza, transportista, seguridad y hasta los servicios bancarios, porque siempre hay el temor de ser estafado.
Hay personas que creen que la falta de calidad en la prestación de esos tipos de servicios se debe a la degeneración de los valores morales y la falta de que en la educación se dote a los estudiantes, las escuelas han dejado de poner en práctica el manual de moral y cívica que antes era de uso obligatorio en la educación pública como también en la privada.
En la República Dominicana hemos sido testigos de haber alcanzado un crecimiento de nuestra economía de manera sostenida y no así ha ocurrido con el desarrollo económico y social. Este crecimiento en la demanda de productos y servicios de calidad ha quedado rezagado y no ha habido forma de que el crecimiento de la economía vaya en armonía con el desarrollo, y es que en sentido general la demanda se ha mantenido con una contra oferta de baja calidad.
Estamos ante un crecimiento sin desarrollo y seguirá así, hasta que no nos aboquemos a planificar lo que necesitamos los dominicanos. Dos puntos fundamentales para alcanzar el desarrollo sostenible 1) La planificación familiar, donde se apruebe una ley que limite el número de hijos y, 2) Controlar la migración ilegal y buscando calidad de inmigrantes legales. Hay que planificar cuantas personas viviremos aquí en los próximo 20 años para saber cuáles son los recursos económicos de que debemos disponer (será tema de otro artículo).
Se observa que nos hemos quedado atrás para entender y dar cumplimiento al nuevo estado de derecho que disfrutamos y que cuyas normativas legales no las reconocemos o simplemente no las cumplimos. Esto se contrapone con tanto esfuerzo que se ha hecho y se traduce en una estocada al actual sistema de derecho instituido por la Constitución del 2010.
Observamos que no se cumplen con las leyes y mucho menos tenemos el respeto y la costumbre de hacerlo. Cada día vemos como ciudadanos pasan los semáforos en rojo, causando accidentes lamentables, manejando en vía contraria, parqueando vehículos encima de las aceras, cruzando las puertas, arrastrando a las personas sin pedir permiso, rompiendo las calles, avenidas y autopistas para hacer cruces improvisados sin pedir permiso a ninguna autoridad.
Destruyendo el medio ambiente, cortando los árboles para hacer carbón, saqueando los ríos extrayendo el material de su cauce, robándose la electricidad, la ciudad inundada de letreros con propaganda y limitando la visibilidad de la ciudad por parte de los transeúntes, desaprensivos atracando en motores que andan sin placas y no existe ninguna autoridad que lo impida.
Frente a tanta irresponsabilidad ciudadana ¿Qué esperamos? ¿Cuál es la sociedad del futuro que estamos fomentado? Y los ciudadanos nos preguntamos ¿Qué debemos hacer? La gente reclama que se le ponga atención cuando solicitan más protección, más seguridad ciudadana, pero perdemos de vista que también los ciudadanos tenemos nuestra responsabilidad con nuestros hijos. Hay que educarlos.
La semana pasada estuve en una tertulia literaria y una de las asistentes propuso que diéramos apoyo a un proyecto, que tiene como finalidad preparar un manual de educación de moral y cívica para impartirlo en las escuelas desde la primaria hasta el bachillerato para tratar de inculcar a esta generación que va subiendo, el amor por la patria, los valores familiares, el valor del trabajo, el valor de estudiar, de la solidaridad, los valores cristianos, con amor y temor a Dios.
Siempre menciono al escritor argentino José Ingenieros y su libro Fuerzas Morales, donde el autor quiere inculcar a los jóvenes que son los herederos de lo viejo, y cuando se refería a lo viejo, quería decir a la moral que nos enseñaron nuestros ancestros, a ser hombres y mujeres de bien, con temor a Dios, amor a los padres, amor al trabajo, a la educación, al prójimo y a su patria, que es nuestra casa.
Se entiende que el trabajo es de todos los ciudadanos que habitan un país. Que tienen la responsabilidad de cuidar el país que es nuestra casa grande, cuidando nuestra casa pequeña, que si está bien cuidada, la sumatoria de todas las casas pequeñas hará una casa grande también cuidada y contribuiremos a cuidar la casa grandota que es la tierra.
Cumpliremos así con los nuevos objetivos del milenio para hacer del mundo un lugar más vivible.

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