Dejemos eso para después de mayo 2016
No veo la prisa -aunque medie un acuerdo intrapartido hecho a ciega y a la carrera, que como apaga fuego fue mejor- de salir de una reforma constitucional para entrar en otra. Lo oportuno ahora, digo yo (a riesgo de caer cual jarro de agua fría, o de ser proscrito aún más), sería pactar-reafirmar el compromiso, y de cara al país, de reformar de nuevo la Constitución para ponerle coto-fin al continuismo -ya histórico- presidencial que, en nuestro caso-país, será lo mismo que desterrar el complejo de sastre-costurero de todo político que se sienta en la “silla de alfileres”.
Lo escribo, porque me parece contraproducente que, a apenas un mes -o ya ni sé qué tiempo- de proclamada la más reciente reforma constitucional, ya estemos pensando convocar de nuevo a otra reforma constitucional para, y con sobrada sospecha, poner a inalcanzable reguardo los hilos y las telas al sastre-costurero que todo llevamos dentro.
Porque además de contraproducente, hay razones sociales y políticas que indican que embarcarnos en semejante tarea-faena podría abrir la de los mil demonios dormidos, y hasta hacer estallar la menguada paciencia ciudadana que podría estar harta ya de ver y soportar a los políticos extendiendo y subdividiendo el país al capricho de sus ambiciones y aspiraciones particulares.
Cierto que necesitamos frenos y reglas adjetivas-constitucionales que hagan más difíciles y remotas la perpetuidad del caudillismo presidencial -no solo político- que llevamos en nuestro gen político-cultural, sino también, para educarnos en una materia de difícil aprendizaje nacional-generacional: el sabernos jubilar, para por ejemplo, dejar de formar “nuevos” partidos políticos con dirigentes cuyos nietos y bisiestos les reclaman-pelean espacios a sus propios padres-abuelos.
De pronto -y para comenzar a desterrar todo eso-, podríamos centrarnos en organizar -todos juntos- las mejores elecciones nacionales que, de paso, implicaría prestarle atención y tiempo a unas elecciones -las de mayo-16- harto compleja pues estará en juego todo el organigrama estatal desde la presidencia de la república hasta las alcaldías. De modo que, no estaría de más ir pactando y consensuando un cronograma mínimo de campañas electorales que marquen, un antes y un después, en materia de civilidad democrática, finanzas de campañas, debates propositivos públicos, publicidad política, desterramientos definitivo de la cultura de muertos de campañas políticas, en fin, domesticar, transparentar y eficientizar los procesos y las campañas electorales -dentro y fuera de los partidos políticos- para lograr una democracia más participativa, mas propositiva; pero, sobre todo, menos pobre de contenido y compromiso ciudadano.
Necesitamos pues, elevar la calidad programática-propositiva de los actores políticos, llevar campañas políticas de calidad e imponer los mejores candidatos en cada partido político, aunque haya que pelear-rivalizar con el caudillismo y el dedazo. Porque hay que desterrar la maldita cultura -tan entronizada en los partidos políticos- de derribar al otro porque no es de mi grupo o, porque, sencillamente, no es narigoniable.
Finalmente, quien escribe no aspira -¡gracias a Dios!-, siquiera, a alcalde pedáneo, lo cual es, de entrada, una pendejada. Pero además, ¿quién ha dicho que todos tenemos que aspirar a un puesto de elección ciudadana?
Hay también, otras ocupaciones y tareas, en una sociedad, tan trascendente e importante, como la de llegar a Presidente, a Senador, a Diputado, a Regidor o a Alcalde. Por ejemplo, la de abrir y cerrar una puerta. O más sencillo y elemental, como la de ver y disfrutar cuando un hijo, un amigo, un hermano, un líder, un vecino, o un ciudadano cualquiera, logra sus metas y cumple con su deber ciudadano de ser útil y compromisario con un destino de nación.
En fin, que yo creo que podemos y debemos esperar…., hasta, por lo menos, después de mayo-16 para llevar a cabo la impostergable tarea cívico-nacional de enterrar -¡todos!- al sastre-costurero político que todos llevamos dentro. Porque, ¿a quién no le gusta un traje hecho a su propia medida? ¿O acaso, alguien escuchó a Santana, a Báez, a Heureaux, a Trujillo, o a Balaguer, quejarse o chistar al respecto?
Entonces, qué más da esperar unos meses…., (digo yo, no sé).

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