De la Antropología criminal de Lombroso a la sociología criminal de ferri.  

“¡No golpeis, no injuries, a vuestros hijos! Hace siglos que los hombres se devuelven los golpes que recibieron cuando niños.

 Principios.

Sin adentrarnos a la Teoría de la Evolución sustentada por Darwin, la antropología-al igual que la criminología- tiene sus raíces en la filosofía del Iluminismo, cuando gran parte del mundo ya había sido explorado y se habían tenido contacto con otros pueblos de características totalmente diferentes al mundo europeo del momento. Como asevera Paul Mercier: “en esta época aparecen ya diversas orientaciones del pensamiento, que prefiguran los ulteriores debates antropológicos. Pueden distinguirse dos grandes corrientes: la que insiste en el relativismo social y cultural y la que, deseosa de establecer las normas de la sociedad ideal, se refiere al “salvaje” en una interpretación de la evolución humana”. Es a partir de este periodo que, lentamente, esta disciplina comienza a deslizarse desde lo filosófico a lo científico, culminando este proceso con la formación de una antropología científica a mediados del siglo XIX, “cuando un clima general de pensamiento e investigación preparó la revolución darviniana” señala (Mercier, Paul. 1969).

La primera escuela de esta etapa científica de la antropología es el evolucionismo, tanto en su forma biológica como social. El concepto unificador de la misma es la idea de evolución; idea que estará presente en muchos ámbitos a partir de 1830.

Es en este marco que Cesare Lombroso, considerado como el fundador del positivismo biológico, desarrolla desde un poco antes de 1876 su teoría del hombre criminal. Lombroso, quien pertenecía a la llamada escuela de antropología criminal, establece el concepto de criminal atávico, según el cual el delincuente representaba una regresión a estados evolutivos anteriores, caracterizándose la conducta delincuente por ser innata. Este criminal atávico podía ser reconocido debido a una serie de estigmas físicos o anomalías, como por ejemplo, el excesivo desarrollo del cerebro, asimetría del rostro, dentición anormal, y lo que se considera como la característica más atávica en los criminales, a saber, el hoyuelo en medio del occipital.

Debido a sus investigaciones sobre las características del hombre criminal, Lombroso desarrolla la tesis que explicita que éste presenta- en cuanto a su formación morfológica- ciertas similitudes con el hombre salvaje, como por ejemplo senos frontales muy pronunciados, mandíbulas voluminosas, órbitas grandes, etc… Asimismo, esta subespecie estaría compuesta por una serie de tipos criminales, como los asesinos, los ladrones, las prostitutas, etc.; todos con características morfológicas comunes pero también propias que los diferencian del resto.

Con anterioridad, y en relación a las distintas fases por las que atravesara la criminología, se ha hecho referencia al cambio experimentado por la misma desde una concepción uní disciplinar (basada en el derecho) hacia una concepción que integraba perspectiva de carácter social en lo que respecta a la interpretación del delito. Pero, con el surgimiento de la teoría de Lombroso, se da comienzo una etapa que corre paralela a la anterior-aunque de mucha más importancia, en donde se deja de lado el problema de las interpretaciones del delito con base en lo social para pasar a considerar los aspectos individuales de la conducta criminal.

Como confirman Taylor, Walton y Young, refiriéndose a Iindesmith y Levin: “Lombroso lo que hizo fue modificar el método de explicación habitual desde la época de Guerra y Quetelet, y, en vez de sostener que las instituciones y las tradiciones determinaban la naturaleza del criminal, sostuvo que la naturaleza del criminal determinaba el carácter de las instituciones y las tradiciones”.

Dado que las explicaciones biológicas de la conducta pasaban por un momento de gran auge, las interpretaciones basadas en lo social pasaron a tener un segundo plano respecto de aquellas de índole genética. Esta categoría de las teorías genéticas de Lombroso se debe a la gran señal que estaba originando el auge de la teoría de la evolución de Darwin, hecho que lleva su sosegado movimiento  hacia las explicaciones en el ámbito de las ciencias sociales.

Exclusivamente en el contexto de la criminología, la influencia de Lombroso, ya en el siglo XX, hace que se desplace la importancia de los científicos sociales en el estudio del delito a favor de la participación del médico y del psiquiatra.

 

 

 

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