Es hora de “dominicanizar” Haití
Por EZEQUIEL DIAZ
El reciente discurso del presidente Danilo Medina ante la asamblea plenaria del Sistema de Integración Centroamericano SICA 2015, definitivamente nos llenó de orgullo. El presidente Medina fue puntual, dijo exactamente lo que la mayoría de nosotros los dominicanos queríamos escuchar y aunque el mensaje estuvo dirigido a gobernantes de países miembros de ese organismo regional, sin duda alguna llegó muy bien hasta los detractores internos y externos de nuestra soberanía.
Escuchar al presidente dominicano ofrecer detalles de los logros obtenidos del recién finalizado Plan de Regularización de Extranjeros nos hace sentir satisfechos del éxito obtenido de una reforma migratoria diseñada a la “dominicana”, bajo fuertes presiones de un ejército de organizaciones no gubernamentales [ONG’s] y potencias extranjeras que entienden que resolver la crisis humanitaria de Haití, es más fácil del lado dominicano.
Ningún otro país del mundo ha implementado un plan de esta naturaleza, con las facilidades que el gobierno ofreció. Les llevamos el plan hasta sus casas, los requisitos fueron mínimos y a un precio jamás ofertado por país alguno, gratis.
Ahora bien, este idilio de orgullo con nuestro presidente no durará mucho. Los enemigos de nuestra soberanía permanecerán al acecho del más mínimo intento de deportación. Es una ecuación desventajosa para el pueblo dominicano, entran miles y si deportamos diez será una deportación masiva, inaceptable para esos organismos “que velan por el respeto de los derechos humanos”, de hecho las amenazas de terribles consecuencias no se han hecho esperar, tal como lo externara el alcalde de la ciudad de New York, Bill De Blasio, quien dijo: “Es claramente un acto ilegal. Es un acto inmoral. Es un acto racista por parte del gobierno dominicano” y a su vez llamaba a boicotear el turismo dominicano.
El hecho es que las fortalezas de nuestras leyes migratorias en ocasiones no son más que puros discursos, ya veremos cuando realmente empiecen las deportaciones de haitianos específicamente.
EL PLAN
Quizás el título de este articulo les llame la atención, pero Haití es una realidad que debemos enfrentar o contener los dominicanos, ningún otro país está dispuesto ayudar verdaderamente a ese desgraciado pueblo [en el mejor sentido de la palabra].
Toda nuestra historia republicana la hemos pasado de espaldas a Haití, sin interesarnos por su cultura, desconociendo la apreciación que verdaderamente tienen de nosotros. La hemos pasado sin influenciar la vida del vecino país más allá de los límites de nuestra frontera y sin entender que el deterioro de Haití como nación, no necesariamente se traduce en un bienestar para nosotros.
Ha sido una historia escrita con sangre donde los dominicanos solo hemos jugado el papel de defendernos hasta nuestros tiempos. No ha sido suficiente el espíritu de solidaridad y cooperación por parte nuestra, más que tenemos hoy: un Estado fallido que no pierde oportunidad para ridiculizarnos y culparnos de sus males en todos los foros internacionales.
Haití es un país que ha aprendido a vivir de la generosidad internacional [limosnas], con un cuerpo diplomático incisivo que nos ha puesto de rodillas, gracias al descuido y la flojera de nuestros últimos gobernantes y debemos entender de que lo que pase en Haití, necesariamente repercutirá en nosotros, para bien o para mal, queramos o no. Haití también es un país lleno de oportunidades y si queremos aprovecharlas, es hora de empezar a influenciar en la vida política y económica de ese conglomerado humano; y qué mejor momento que éste para empezar a hacer un cambio en la vecina nación.
Los dominicanos estamos en la obligación de hacerlo y podemos, para beneficio nuestro en primer lugar. Deportar de manera forzosa al resto de la población inmigrante haitiana no inscrita en el plan de regularización de extranjeros no será tarea fácil, barata, ni de corto tiempo.
Los dominicanos debemos apostar a un programa extendido de deportaciones voluntarias, ofreciendo las facilidades hasta ahora provistas por el gobierno dominicano de transporte gratuito hasta la frontera y transformando la condición de los que se acojan al plan, de deportados a socios del Estado dominicano.
¿COMO FUNCIONARIA ?
Primero: todas las familias [entiéndase núcleo familiar] que deseen regresar de manera voluntaria, se les ofrecerá un crédito gradual de hasta 1,500 dólares [solo para ilustrar] y un permiso especial e intransferible para que tengan acceso a los mercados binacionales localizados en la frontera; este crédito ha de ser válido solo para comprar productos agrícolas o producidos en la Republica Dominicana. El objetivo es que puedan hacer negocios y generar riquezas en Haití y asegurar nuestro mercado y la exportación de nuestros productos.
Segundo: el Estado dominicano construiría alrededor de la frontera algunas escuelas multiculturales, donde los hijos de esas familias movilizadas puedan cruzar y continuar sus estudios, con un programa especial dirigido a crear una nueva generación de liderazgo político en Haití.
Este es un plan dirigido específicamente a familias con niños, donde antes de partir les estaremos entrenando sobre cómo comprar en nuestro mercados y con lo que les estaremos asegurando que no los estaremos deportando y abandonándoles a su suerte. Esas personas se convertirían en nuestros mejores embajadores en la republica de Haití y crearían un muro de contención frente a las agresiones de grupos y algunas autoridades haitianas contra nuestro país.
Esos que hoy deportamos, son nuestros haitianos y no los quieren ni en su propio país, gente que ya aprendió un oficio, aprendió a compartir con nosotros y que nos pueden ser útiles aunque vivan del otro lado. Solo imagine el gran mercado de compradores y vendedores y el dinamismo que estaríamos generando alrededor de nuestra frontera. Sería una solución a la dominicana jamás implementada por otro país.
El plan puede concretarse con el aporte económico de organismos internacionales y si fuera necesario utilizar nuestros recursos, definitivamente nos costaría mucho menos que lo que gastaremos en deportaciones forzosas o el precio que pagaríamos por imposiciones extraterritoriales.
Para garantizar la efectividad de este plan, el Estado dominicano tiene la obligación de desmontar las condiciones que atrajeron toda esa mano de obra indocumentada aplicando duras penas a quienes los contratan, empezando por el propio Estado en primer lugar. Este punto es vital, debido a que la intención de la comunidad internacional es convertir el derecho soberano que le asiste a nuestra nación en materia de migración, en una crisis de derechos humanos, lo cual nos pone al borde de una intervención por parte de organismos supra-nacionales.
Finalizo diciendo que, bajo las circunstancias que se presentan, a los dominicanos nos conviene ser más cautos e inteligentes y sacar provecho de una situación difícil y compleja. Es hora de incidir en la vida política y económica de Haití, sin importar el qué dirán. El fin de la era de los acuerdos y reuniones bilaterales terminó, no han servido de nada. Perdemos el tiempo dialogando con quien no respeta acuerdos y carece de institucionalidad.
Cambiemos de rol, juguemos a la ofensiva.