Necesidad de una religión fuerte
El ser humano necesita aprender y llenarse de una serie de valores morales, espirituales y divinos, que le permitan conducirse por el camino del bien. Esto se debe a que el hombre no es sólo carne, sino que también es espíritu, lo cual es demostrable por sí mismo y por las Escrituras de casi todas las religiones del mundo, sean estas animistas o de las reveladas. Se necesita educar el espíritu y el cuerpo, para su correcto vivir.
La interrelación humana no es posible a menos que exista una conciencia social, pero que a la vez, tenga unos mismos valores. Sólo así, se puede unificar los esfuerzos hacía una misma causa. Eso es lo que Dios, desde el principio de la creación ha querido para con la humanidad. De ahí que, los creó a su imagen conforme a su semejanza, Gn. 1:26. Sin embargo, el hecho de que el hombre se desvió, ha afectado sus facultades en todo aspecto.
La realidad del hombre post edénico ha sido adversa a la que Dios quería para él. Esta situación es contraria tanto a los propósitos de Dios, como también al bienestar humano. Desde el momento en que se presentó el primer conflicto entre los hermanos Caín y Abel, el hombre ha transito de situaciones y actitudes encontradas, las cuales reflejan que el mal tomó vigencia en el ser humano.
Esta difícil situación contracta con el objetivo para el hombre que era el bien y el bien común, siendo en la actualidad una falacia entre lo bueno y lo malo. Cada ser humano tiene que confrontarse a sí mismo, en esas dos direcciones, las cuales al final le lleva al fracaso. De ahí que, el principio fundamental del cristiano es «vencer el mal con el bien».
La inmoralidad, amoralidad, incredulidad y la duda son elementos conductuales responsables en gran medida del fracaso del hombre y por ende de la sociedad. En el grado en que existe la imperfección en los individuos, también existe la ausencia o presencia de fe en las personas. La fortaleza de la fe, conlleva a una perfección en la misma proporción de ella. Se es, lo que en realidad se piensa.
Jesucristo enseñó dos importantes y adversas doctrinas: La división como causa dañina, diciendo: «Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá». Y en contraposición a este mal, oró por la unidad como causa del éxito, cuando dijo: «Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los ha amado a ellos como también a mí me has amado» Mt. 12: 25, Jn. 17:23..
De ahí que, se debe luchar en favor de la unidad de la religión cristiana, como única manera de solucionar los desvaríos de la humanidad. El fanatismo imperante en todas las entidades religiosas cristianas, junto a una ignorancia de las palabras de Dios, ha debilitado al cristianismo, desde el principio. Esta conducta no refleja la voluntad de Dios, sino que es producto del albedrío del humano y de la mano del enemigo.
Necesitamos un cristianismo fuerte, que pueda favorceer a la humanidad con la palabra de Dios, sin las contradicciones ajenas que se dan en él. Sólo el cristianismo tiene las doctrinas y a un Salvador que puede guiar al mundo hacía una vida en luz y con propósito.
Ejemplo de esto son las transformaciones de vida de muchas personas y la esperanza que ofrece de vida eterna, móvil que lleva a una verdadera conversión.
Una religión fuerte puede influir en la conducta social, arrojando la violencia, la ignorancia y el egoísmo del ser humano, y en cambio consolidando una vida en amor, fe y esperanza, que se traducen en una sociedad en paz, armonía, próspera y altruista.
Esa es la sociedad que agrada a Dios, puesto que se deja a un lado el pecado, la duda y la incredulidad, atrayendo un comportamiento moral y divino.
jpm-am
parece un mago de parque solo le hace falta el turbante y la biblia debajo de los obacos.