PUERTO RICO: La inmigración ilegal (OPINION)
Por Mario Ramos Méndez
Se calcula que en el mundo hay alrededor de 281 millones de inmigrantes que dejaron su país para vivir en otro. De esa cifra, setenta millones son ilegales. Las razones son múltiples, desde deseos de libertad hasta precariedad económica. Estados Unidos y la Comunidad Europea son recipientes de una cantidad enorme de migración ilegal, lo que ha llevado a los distintos gobiernos a tomar medidas por los problemas sociales, de salud y económicos que esto acarrea.
Históricamente, el Caribe ha sido tránsito de migraciones. Varios siglos antes de la llegada de Cristóbal Colón al nuevo mundo hubo inmigrantes a nuestras costas provenientes del norte de Suramérica, y a partir de principios del siglo pasado comenzaron los movimientos poblacionales de una región a otra, Centroamérica y la cuenca caribeña como exportadores de capital humano y los Estados Unidos como su recipiente.
La frontera de los Estados Unidos y México divide a dos países con realidades socioeconómicas completamente distintas. Basta cruzar de un lado al otro para ver cómo la pobreza y la riqueza colindan. Solo una línea los divide. Esto crea un movimiento humano en dirección al norte buscando una mejor vida para dejar de vivir míseramente.
La inmigración ilegal que llega a los Estados Unidos y que entra por la frontera con México es proveniente, mayormente, desde el país azteca y el resto desde los demás países centroamericanos. La falta de libertades y la persecución política, como son los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, y la precariedad económica llegando a niveles de vivir en la miseria empuja a familias enteras a cruzar la frontera y buscar lo que Carlos Fuentes llamó “el oro gringo” (Véase a Carlos Fuentes, El Espejo Enterrado).
Todos los países del mundo tienen sus políticas de defender las fronteras y controlar la inmigración. Las leyes establecen los procedimientos, sustantivos y procesales, a llevarse a cabo con el trato a los inmigrantes ilegales. La Comunidad Europea viene dando pasos para controlar el flujo de personas que cruzan el mar Mediterráneo y llegan hasta España, Francia, Italia, Grecia y otros países europeos. Incluso, la inmigración ilegal ha catapultado la estadística criminal, pues la cantidad de delitos registrados va muy por encima a años anteriores.
La inmigración ilegal crea gastos inesperados en el presupuesto de cada nación recipiente. Mayor cantidad de policías y personal de fronteras, de aduanas y guardacostas -con equipo para efectuar los trabajos- son reclutados para detener y remover a estos ilegales y llevar sus casos ante un juez. Aparte de los disloques sociales a lo que contribuye, pues una población inmigrante que se enclaustre en un área geográfica compacta deviene con el tiempo una especie de gueto.
Un caso emblemático de rechazo a la inmigración ilegal fue la acometida en República Dominicana contra los haitianos por orden de Trujillo. Fue una matanza en la frontera y la cantidad, según el historiador Bernardo Vega, fue alrededor de 30 mil. A esto se le llamó la Masacre del Perejil. Hoy día el gobierno dominicano sigue deportando miles de haitianos ilegales a Haití.
La acción de las agencias federales de arrestar para deportar a sus países de origen a inmigrantes ilegales que están en Puerto Rico ha motivado a líderes independentistas a atacar a la gobernadora Jenniffer González y al presidente Trump. Cuando en la década de los noventa se escuchaban chistes crueles contra personas que venían de la República Dominicana o se veían en paredes grafitis que decían “muerte a los dominicanos”, ninguno de ellos levantó la voz para defenderlos. Hoy, muchos se han insertado en nuestro proceso democrático y ocupan cargos electivos, como en la legislatura municipal de San Juan.
El gobierno de los Estados Unidos está haciendo lo que todo país en el mundo hace cuando personas ilegales entran a su territorio: sacarlos. Sin embargo, los que están en ley, tienen estatus migratorio, visa para estudios o trabajo no tendrán problemas. Donde hay orden y respeto a los estatutos no hay anarquía. Incluso -contrario a lo que dijo un independentista hace unos días-, en nuestro caso, por la influencia del constitucionalismo americano, si un inmigrante ilegal no sabe inglés, como parte del debido proceso de ley, tiene derecho a que el estado le provea representación legal e intérpretes.
Lo que vemos en estos días es lo que todo país hace. Lo hace República Dominicana con los ilegales haitianos y lo que hacen en Puerto Rico los Estados Unidos contra los que viven aquí de manera ilegal.
Un buen artí****,buen análisis, sólo que no analizó los beneficios económicos que reciben las económias de los países donde fluyen ilegales,como manos de obra barata para empresarios de todos los renglones,los ilegales consumen bienes y servicios,muchos pagan también por décadas impuestos a los gobiernos sin recibir nunca nada a cambio,etc,etc.