Comentarios a la Carta Pastoral del Episcopado Dominicano

 

«Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso”

La reciente Carta Pastoral del Episcopado Dominicano es un documento de mucho interés. Recoge de manera clara y global los problemas más acuciantes de la sociedad dominicana. Es un diagnóstico en el que se analiza cada factor, negativo y positivo, al tiempo que se establecen causas y consecuencias.

 

En la parte final,  leemos lo siguiente: “Con el Papa, invitamos a todo el pueblo de Dios, a ejercitarse en la sagrada práctica de la misericordia. Cada cual desde el lugar y la situación que le está tocando vivir.”

 

Estamos  ante un documento casi inobjetable y cargado de estímulos para la vida cristiana, vale decir, humana. Ahora bien, hay algo que me llama la atención y es la ausencia del tema de la soberanía  y de las poderosas fuerzas que desde dentro y desde fuera trabajan visiblemente para la neutralización y destrucción  de la nación dominicana como tal. Esta realidad constituye un serio agravante para los males tan claramente señalados  por la Conferencia Episcopal.

 

Otro aspecto que  destaco es la forma en que  el documento alude al problema migratorio: “Acogemos el llamado  que sobre el tema migratorio nos hiciera el Papa Francisco, en nuestra última visita Ad Limina, a tener una atención pastoral caritativa con todos los inmigrantes – en especial a los de la vecina República de Haití – así como ayudarles a integrarse a la sociedad y darles nuestra acogida en la comunidad eclesial”.

Entiendo que se nos exhorta a la acogida y a la integración, lo cual en este contexto interpreto como misericordia. Y me pregunto: ¿cuánta más misericordia con los ciudadanos haitianos se le puede pedir al paupérrimo pueblo dominicano?.

 

Si es verdad que el 30% del presupuesto de salud se destina a la atención de ciudadanos haitianos, ¿qué más misericordia pedir al pueblo dominicano?

 

Si es cierto que niños y niñas haitianos reciben educación en nuestros centros educativos, hasta sin presentar la documentación reglamentaria, que sí se les exige a los que son dominicanos, ¿qué más misericordia pedir?

 

Son muchas las quejas de obreros de la construcción y de otras áreas porque los empleadores se niegan a darles trabajo y en cambio se lo dan a los extranjeros. ¿Dónde está la misericordia para los que quedan sin trabajo¿ Habría que exigirle a esos empleadores, no ya misericordia, sino cumplimiento de la ley y algo de equidad. Pero, ¿quién se lo va a exigir?

Si es verdad que en el  campo laboral las autoridades competentes prefieren “mirar a otro lado” en vez de aplicar el 80/20 que contempla la ley, ¿qué más pedir a la mano de obra dominicana, en su mayoría muy  pobre?

 

Como católica  o simplemente como ciudadana de este mundo, admiro profundamente el carácter profético del Papa Francisco y de su pontificado, pero también entiendo que sus valiosísimas orientaciones deben ser contextualizadas para el caso de este país.

 

El Papa  Francisco ha demostrado gran sensibilidad frente a todo dolor humano y de manera particular al producido por la inmigración. Pero en el caso dominicano son necesarias consideraciones  y  puntualizaciones que no puede hacer el Papa porque no conoce nuestra realidad ni nuestra historia, ni el nivel de solidaridad de que es capaz el pueblo dominicano, ni la que ha desplegado y despliega en favor del pueblo haitiano. Por ejemplo: ¿quien ha pagado y sigue pagando  los gastos millonarios de la regularización?.

 

Reitero: en el tema que nos ocupa es necesario contextualizar y asumir el problema en toda su complejidad; tomar en peso  la gravedad  que está suponiendo para la nación dominicana. Esto, en  aras de la equidad, de la  justicia,  de la misericordia.

 

Finalmente, entiendo que  en los gravísimos males que nos agobian, si bien todos/as tenemos responsabilidad, no todos´ la tenemos en el mismo nivel  ni sufrimos  las consecuencias  en el mismo grado.

 

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