Vivencias con Martha Olga García

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LA AUTORA es promotora cultural. Reside en San Cristóbal.

Por BLANCA KAIS BARINAS

Cuando hay mucho que decir y el tiempo es breve, hay un problema.

Hoy mi problema es Martha Olga, esa jovencita agentá, como ella misma se reconoce.

Por suerte para mi, su Hoja de Vida va aparte, yo hablaré de la Martha con quien conviví bajo el mismo techo  largo tiempo, en el Colegio San Rafael, de San Cristóbal.

No crean que no respeto a Martha y a su trabajo en distintos ámbitos, pero para mí no es la magistrada sino mi amiga de adolescencia con quien compartí múltiples sueños y experiencias.

No me extrañan sus logros, eso se veía venir, en aquella jovencita que prefería la compañía de personas mayores que ella, que tenía un gran interés por aprender y una curiosidad ilimitada.

Martha Olga García recibe de Daysis de Cruz un pergamino de reconocimiento.
Martha Olga García recibe de Daysis de Cruz un pergamino de reconocimiento.

Ponía tanto empeño y responsabilidad en lo que hacía, que más de una se preguntaba: ¿de verdad tendrá esa edad?, porque Martha Olga estaba muy adelantada a sus años.

Acudiendo a la memoria pienso en los factores que nos acercaron: una orfandad mutua, nuestro amor a la lectura y la escritura y los lazos de amistad de larga data, que unían a nuestras familias.

Martha Olga se interesó en mis incipientes poesías con una admiración que me estimuló y que no creo merecer, y en el periódico colegial Surge empezaron nuestros pininos de escritoras.

CARACTERISTICAS

Martha se fue descubriendo por etapas.

Defendía sus criterios con propiedad y respeto, ahí estaba la abogada.

Jamás le vi una expresión desagradable hacia nadie, esa era la Martha humana y asequible.

Sumamente responsable asumía sus deberes sin dudar, ahí estaba la funcionaria.

Era solidaria, siempre presente en los problemas de los demás, ahí estaba la luchadora por los derechos de todos.

Fuimos creciendo en conocimiento y valores bajo el cuidado de aquellas monjitas inolvidables a quienes hoy apreciamos, sin protestas por sus sermones y orientaciones, en todo su valor, por la educación recibida y que hoy nos sirven para un mejor vivir.

Todo no fue fácil y hermoso. Convivir con varias personas de diferente modo de ser es un ejercicio de tolerancia.

Tener que acatar reglas nos enseñó respeto.

Pero todo eso nos fortaleció el carácter y nos enseñó a coexistir con los demás, aportando mucho de lo aprendido a nuestra vida en sociedad.

En ocasiones hemos pasado largos años sin vernos pero en el reencuentro somos las mismas que tuvieron un mismo techo durante mucho tiempo.

AMBIENTE COLEGIAL

Pero no crean que Martha Olga fue una santita donde no hubo travesuras y rebeldías, pero todas en un marco de buenas costumbres.

Martha como otras compañeras están unidas en mi memoria con la imagen de la Virgen en su hermosa gruta, los pinos con su sonido adormecedor, a las galerías acogedoras y claras, los escalones que iban al patio, lugar obligado de reunión, el patio bullicioso y el tiempo en el comedor con las observaciones de la hermana y la lectura de algún libro orientador. Al fru fru de los hábitos monjiles y el sonido del rosario.

La misa de domingo en la Iglesia Parroquial, donde nos entreteníamos observando las pinturas de Vela Zanetti más que en atender a los rezos.

Al volver al colegio, el desayuno, y luego el largo recreo dominguero y la música que nos llevaban los altavoces, donde aprendimos a apreciar variadas piezas musicales.

Y en las tardes domingueras, un par de horas en el Parque de Piedras Vivas, dando vueltas y vueltas, las que aprovechábamos para echar una ojeada a los muchachos bajo la vigilante mirada de las hermanas.

Todo esto es parte de nosotras, son también tus recuerdos Martha, las vivencias que nos hicieron como ahora somos.

Sé que ha quedado mucho por decir, pero en el corazón de los que conocemos a Martha Olga desde siempre hay un profundo afecto, valiosos recuerdos y gran admiración.

Mi padre me enseñó una estrofa de autor desconocido, y voy a dedicársela a Martha Olga, porque sé que estas palabras encierran lo que ella es.

Por más que os eleve la fortuna

Por más que alce  el pedestal la fama

Solo una elevación hay sin medida

¡La elevación del alma!

(Semblanza de la doctora Martha Olga García producida por Blanca Kais Barinas en el homenaje que le rindió en San Cristóbal el Comité Amigos para Siempre)

JPM

 

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