Una medicina de avanzada pero excluyente
Los grandes abismos que pintan a este país de una multicolor desigualdad están en cada media esquina, como para recordarnos lo tangible de un problema que repetido puede dejar de ser problema, por la indiferencia que provoca.
En todas las áreas de la vida son palpables esas iniquidades pero si hay una en la que sus daños son más visibles es en la salud.
Mientras centros médicos privados exhiben grandes avances que los medios de comunicación respaldan con sus publicaciones, en un hospital cualquiera los usuarios hacen largos turnos para ser tratados con rudimentarios equipos, pero no en un pueblo cualquiera, sino en el gran Santo Domingo, la parte más desarrollada de la República.
La tecnología ha resultado una maravilla en tantas y tantas facetas y la medicina no queda exenta. Diagnósticos a tiempo salvan vidas al evitar que una enfermedad avance y procedimientos certeros en cuestión de minutos permiten recuperar el bienestar con la erradicación de terribles padecimientos.
Mas, solo un grupo limitado tiene acceso a esos beneficios, puesto que la mayoría de esas novedades no llega a los pobres ni siquiera a los asegurados, porque el plan básico, al que está afiliado alrededor del 65% de los usuarios, no las cubre.
Así, la misma ciencia que salvaguarda a unos, causa grandes preocupaciones a muchos más a los que por su costo no pueden acceder a una solución que debe estar al alcance de todos.
La conciencia de que esos adelantos existen aumenta su sufrimiento, porque están maniatados por las carencias económicas y el abandono de un Estado que olvida su rol.