Un pensamiento interesado
Cada persona es un ser pensante, lo cual lo capacita para opinar, conceptualizar, creer, teorizar y sobre todo guiarse por sí mismo. Sin embargo, hay que tomar en consideración que no todo pensamiento es correcto, pues muchos de éstos son productos de circunstancias contradictorias, egoístas, de ignorancia, de prepotencia, y sin duda de interés material. Por eso, se puede conocer al pensador: «No comas pan con el avaro, ni codicies sus manjares; porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él» Prov. 23:6, 7.
El mal pensamiento es pronunciado por la boca de los malos, éstos se disfrazan de buenos, diciendo que busca tu bienestar, pero en el fondo lo que les interesa es lo que les conviene a ellos. Estos son fáciles de identificar, si se toma el hilo de lo que vienen diciendo. Pues ya sabemos que …» de la abundancia del corazón habla la boca» Mt. 12: 34b.
Cuando se visita un prestador de servicio (médico, legal, ,político, social, religioso, entre otros), usted puede darse cuenta con facilidad, qué es lo que le interesa. Si es servirle, pone énfasis en ayudarle, pues el importante para él es usted. Si lo que le interesa es su dinero, lo que quiere es realizar su servicio rápido para obtener su beneficio; para él la persona no es importante. Donde está su tesoro. allí está su corazón.
El discurso simulador, viene de un pensante simulador. No se pueden creer todos los discursos, aunque éstos estén cargados de citas importantes. Si un discurso no resuelve una temática, simplemente son palabras engañosas. La hermosura poética, de prosa no son las que conllevan realidades, más bien, la sencillez de un discurso (entendible) refleja la realidad.
El pensador tiene que comparar inequívocamente sus pensamientos con su realidad. De igual forma, debe ser considerado por los demás, relacionando pensamientos y realidad de él. Pues, la realidad es causada por los pensamientos de la persona, como escribió Salomón: «Los pensamientos de los justos son rectitud; mas los consejos de los impíos, engaño» prov. 12:5
Toda sociedad puede clasificar en dos partes los pensamientos de sus integrantes: malos y buenos. Estos pensamientos definen la realidad social. Los modos de producción y la relación de producción ambos son efectos de los pensamientos reinantes. De igual manera, las revoluciones que se han hechos son el reflejo de los pensamientos de la sociedad. Cuidar la forma de pensar es cuidar la sociedad.
El mundo social va por mal camino, pues se ha enmarcado en algunos derechos que más que ayudar desayudan al bien común. Los derechos en gran medida son determinados por los hombres, y sobre todo por aquellos que ejercen poder político, económico y religioso. En consecuencia, las sociedades son producto de la forma de pensar de éstos. De ahí viene la lucha de intereses, como resultante de la interrelación de éstos poderes.
Los poderes de un Estado, son secuestrados por los poderes ya mencionados. Por eso, nuestro Señor Jesucristo, fue llevado a la muerte, por dos de éstos poderes (religioso y político) influenciado por el poder económico de la época. Pero, gracias a Dios, quien tenía un plan para beneficiar a la humanidad, con dicha muerte, perdonando los pecados y concediendo vida eterna a los creyentes.
El pensamiento interesado generalmente es egoísta, y producto de una mente mezquina. Se hace necesario, que cuidemos de la forma de pensar de las personas, a través de una cultura en valores cristianos, que son los más finos valores existentes en el mundo. Para nadie es un secreto que las personas de iglesias son unas de las más sanas de toda sociedad, y esto es la evidencia de la presencia de Cristo, en estas personas.
Está escrito: » Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad» Fil. 4:7- 9.