Un o una fiscal superior apoyaba a Carmen Lissette Núñez
No hay que ser un genio en las experticias investigativas, para saber que detrás de la Exfiscal de Villa Vásquez existía un poder superior, que le brindaba protección e impunidad.
Ese poder no es gratuito. Funge bajo la plataforma económica. En muchos casos se otorgan dadivas económicas de forma semanal y quincenal, según se dice tras bambalinas.
Sea cual sea la forma de pago, lo que sí es evidente es que los niveles de tranquilidad con los que fungía la Exfiscal solo pueden ser otorgados por un poder superior, que le permitía navegar en sus aguas, no importando los inocentes y no inocentes que resultasen implicados en las practicas dolosas.
Era una arquitectura mafiosa simple pero a la vez compleja, para fines de tecnicismos jurídicos.
Se apresaba a la víctima y no víctima, con una cantidad de droga pequeña, colocada y no colocada. Luego en el levantamiento, a título de documento, se colocaba una cantidad superior a la colocada o hallada y la misma fiscal enviaba un emisario donde el/la apresado/a a decirle que el único abogado que le podía sacar de esa “vuelta” era un tal Andy.
Resulta que ese tal Andy es su propio compañero sentimental, el cual salió del país automáticamente explotó el caso. Andy le colocaba las cosas del tamaño de Pablo Escobar para que en medio de la desesperación los familiares del/la apresado/a buscasen ingentes cantidades de dinero.
Con ese dinero se iniciaba una repartición de arriba hasta abajo, con el propósito de liberar, bajo un tributarismo ilegal, al/la apresado/a.
¿Sabían esto las autoridades superiores?
¿Por qué no le daban curso a las denuncias interpuestas por ciudadanos afectados?
¿Quiénes se beneficiaban de estas prácticas dolosas, además de la fiscal, su compañero sentimental y los agentes?
¿Por qué nunca las autoridades superiores investigaron el génesis de las denuncias de cientos de ciudadanos en contra de la Exfiscal?