¿Un Nobel de la Paz a Bernie Sanders?

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EL AUTOR es comunicador y diplomático. Reside en Honduras.

 

La actual carrera por la presidencia norteamericana ha traído muchas sorpresas. Lo primero es que la crisis que abatió al mundo en el 2008 ha hecho  que muchos de los candidatos y candidatas en procura de ser nominados dentro del bipartidismo estadounidense se hayan tenido que   rasgar   las vestiduras, debido a que  una parte importante del electorado americano, fuertemente vilipendiado y empobrecido  está buscando nuevas opciones, y ya comienza a ver con ojeriza los que dicen le representarán en la Casa Blanca.

 

Las propuestas han sido muchas, pero  también la forma en que se han asumido las candidaturas ha llevado al descubierto el dilema  de que sin una multimillonaria plataforma económica se hace imposible pensar ser presidente de Estados Unidos. En esta carrera por la presidencia estadounidense solo dos de los aspirantes  se han desentendido de los recursos de los sectores poderosos americanos: uno, Donald trump, que utiliza dinero de su enorme fortuna; el otro, Bernie Sanders, que acude a la población para que sea ésta la que financie su campaña.

 

En el debate norteamericano se han discutido una cantidad innumerables de temas.   Pero si ha habido un discurso admirable, fresco  y pletórico de propuestas y transparencia ha sido el del actual senador por el pequeño estado de Vermont, Bernie Sanders. Este hombre, que acompañó a Martin Luther King en la histórica caminata de 1963, ha asumido posiciones muy distanciadas del populismo y la demagogia politiquera de los demás aspirantes. Sus iniciativas  han hecho tanta gala de objetivas, que por momento pasa por alto la necesidad de arremeter en contra de Hillary Clinton, que tiene mucha cola para pisarle, pero que él ha dicho que las respeta.

 

Sanders, que propugna  por un programa  de reformas sociales que  persiguen  imitar los mejores momentos del estado de bienestar social de los gobiernos socialdemócratas europeos, con  resultados en beneficio de la gente  que  están en la historia del viejo continente. Para el legislador de Vermont las políticas estatales deben girar alrededor de  la gente, y que éstas funjan como  el centro de las todas las decisiones  gubernamentales. El político que fue tres veces alcalde  ha sido un crítico perspicaz   en contra del acaudalado sector financiero norteamericano, acusándolo  de favorecer a políticos a los cuales luego les  pasan la factura en su  beneficio.  Denunciar a Wall Street  como lo viene haciendo el senador demócrata demuestra su valentía.  Pero si valientes  han sido sus constantes denuncias en contra de ese sector, denodado fue cuando en Miami el candidato por el partido del burro reconoció los logros cubanos en el área de la salud, pasando por alto que el  lugar en donde lo hizo exhibe a  una gran mayoría  fanatizada en contra del gobierno cubano. Se pensará que el presidente Barack Obama lo hizo en Cuba, pero no es lo mismo ni es igual.

 

En los diferentes careos en el que participan los candidatos republicanos, se ha podido apreciar que estos parecen  competir en cuál será el más  guerrerista, y  en la mayoría de los casos  ni siquiera cuidan las apariencias,  ignorando  que podrían ser presidente de la nación más poderosa del mundo, por lo que todos los demás países esperan signos de  de madurez y  objetividad, y no un incentivo a la conflagración y a la confrontación bélica. Es el caso  del ex aspirante Marco  Rubio, que en ningún momento escondió su parcialidad en el conflicto Israel-palestino. De Ted Cruz  ni hablar. Toda esa retórica perseguía afanosamente  lucir agradable y dócil ante los todopoderosos grupos económicos estadounidense.

 

Pero el caso más patético lo representó Donald Trump, quien  llegó a decir en uno de los debates republicanos que sería neutral en el conflicto del medio oriente, aprovechando  Rubio para  hostigarlo de manera sistemática. Asimismo lo hizo  Hillary Clinton, quien  fue al pódium de la America´s  Pro-Israel Lobby ( AIPAC),  y fustigó vehementemente  a Trump por declararse neutral en la refriega   Israel-palestina. Pero dicho eso, Trump cambió inmediatamente su postura, y aprovechó el tema para  retractarse, y ya  encima del escenario de  la  AIPAC,  el magnate se presentó más anti neutral  que los anteriores, no dejándole espacio al entendimiento entre palestinos e israelitas, el cual es deseado hasta por amplios  sectores  dentro del propio Israel.

 

 

Sin embargo, mientras todos los aspirantes daban marcha atrás en la búsqueda de avenencias que permitan la  concordia  y el sosiego en esa zona y superar ese odioso conflicto, solo uno de ellos  se atrevió a mostrar cordura,   elevándose  a la categoría de diplomático de la paz: Ese ha sido Bernie Sanders.   La nobleza, y la prestancia  de este hombre se puso de manifiesto  cuando  fue invitado a la   AIPAC,  donde por su condición de judío, y de ser descendiente de víctimas del holocausto,  debió asistir  y  ofrecer sus puntos de vista sobre Israel, y a pesar de eso, Sanders no asistió como forma de  mantener sus independientes puntos de vista sobre el conflicto israel-palestino que se ha cobrado miles de víctimas, haciéndose inminente  un acuerdo de las partes que lleve la paz definitiva a esa zona del mundo.

 

 

Creo sinceramente que la forma de hacer política y los planteamientos de Bernie Sanders deben  ser ponderados por la prestigiosa academia de los Premios Nobel ubicada en Estocolmo. El senador judío-polaco reúne las condiciones para que  le sea otorgado  el premio Nobel de la Paz. Con la  conducta mostrada   en esta contienda electoral, es indiscutible  que Sanders  sería un excelente interlocutor en zonas en conflictos.

Su estilo  impone  autoridad y su prestigio llevaría a las partes enfrentadas a sentarse, teniéndolo como árbitro. Su probada neutralidad cosecharía frutos de distensión y  concordia, que es lo que este convulso mundo necesita. No pensemos en ningún instante que un reconocimiento de esa envergadura sería  una especie de premio de consolación a sus frustradas aspiraciones presidenciales.  Sí sería un galardón al humanismo y al desprendimiento de este  hombre que con su paso por la política deja la impronta de un servidor público distanciado de los espurios intereses plutocráticos y sectarios.

jpm

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