CINE: Sustratos ideológicos en el film “Un rey en la Habana”
La columna vertebral de esta película es el amor entre Papito y Yoli, romance que inició desde que eran niños en un barrio marginal de la Habana llamado “El mamey”. Tras la excusa del goce estético, propia de las artes, Alexis Valdés hace gala de su auténtica creatividad narrativa y dialógica para reproducir una fuerte crítica contra las falencias del socialismo cubano del momento.
La familia de la Caimana constituye el punto de partida del film. Ella representa el padre y la madre de la casa. La rompe brazo para conseguir el dinero necesario. Sus tres hijos Yuri (negro de baja estatura), Carila Gorda (especie de chapiadora dominicana) y Yoli, la novia de papito, actúan bajos las órdenes de su madre.
Tras enterarse de la llegada a la Habana de Arturo, un seudomillonario español, Caimana implementa una estratagema para estropear la relación de su hija con Papito. Mientras éste intenta explicar sin resultados el malentendido, la Caimana prepara todo para casar a Arturo con Yoli, novia de Papito. En el primer intento Arturo muere de un infarto tras ingerir un estimulante sexual.
La Caimana ahora se inventa conseguir a un actor para disfrazarlo de Arturo y así enviarlo a España para que consiga la fortuna que Arturo había dejado. Convence a Papito, con el argumento de que Yoli estaba detrás de todo. Su gran amor hacia la novia de toda su vida lo hizo aceptar la travesía, aun sospechando los peligros implicados.
Una de las más fuertes críticas al socialismo cubano tiene lugar en la boda de Yoli con Arturo (Papito disfrazado del muerto). Los invitados se preguntan dónde habían encontrado estos cubanos marginados dinero para brindar esa extraña y cuantiosa carne, que no sabía ni a cerdo ni a cocodrilo.
La Caimana explicó a las criticonas que se trataba de un cerdo importando de España. No obstante, resulta fácil inferir que se trataba del difunto español, el cual cocinaron como un cerdo, tras la imposibilidad de incinerarlo o sepultarlo. Por eso, Caimana prohíbe a sus hijos comer esa carne. Era sólo para los invitados.
La semiología de la ciudad es la misma de la zona marginada de la Habana, por lo que la fílmica supuso un ojo experto de la cámara en la toma de las escenas y engranaje de las secuencias (Pérez, Odalís, 2017). Un dólar gigante, colocado como un adorno en la casa de Caimana, es un claro insulto al régimen socialista. Pero también lo constituye el hecho de que en ninguna de las escenas se representen las bondades del sistema, como el hecho de ser el país del área con mejor sistema educativo, y con mejores profesionales en varios campos, etcétera.
Por supuesto, esta producción fílmica no tiene como fin reproducir ninguna realidad, sino que como obra de arte, se vale de ella para crear un mundo maravilloso capaz de suscitar el encanto estético de los televidentes (Barthes, Roland, 1985; Céspedes, Diógenes, 2015). Sin embargo, sin constituirse en la realidad cubana, no queda ausente la denuncia a las debilidades del régimen.
Las poéticas del español cubano son muy bien representadas en todas las escenas, frente a la prosodia del español madrileño y los choques sociológicos que supuso la presencia de Papito y Yuri, tras haber sido descubiertos por la policía. Igualmente, la fílmica presenta un contraste interesante entre la semiología urbana de Cuba y la de Madrid.
En lo sociológico, se representa al hombre cubano como un macho de las mujeres, quien desde lejos exhibe su masculinidad, frente al español quién tras presentarse con fachada masculina, conserva prácticas de sodomías ocultas, según aparece en una de las escenas en el prostíbulo español.
El impactante mensaje con el que concluye la película es la lealtad. Papito rehúsa tener relaciones sexuales con las mujeres en España, puesto que su corazón figurativo está con Yoli, por quien ya había intentado quitarse la vida. Finalmente, él y su cuñado logran regresar a la Habana con mucho dinero, producto del narcotráfico al que se dedicaba el verdadero Arturo. Yoli terminó de perdonarlo tras comprobar que la Caimana había sido la responsable de todas las trampas, de modo que la lealtad quedó premiada.
Esta es una película producida por Continental Producciones, Iroko Films S. L., Cubanam y distribuida por Columbia Tristar Films, desde el año 2005. A pesar del tiempo que ha trascurrido desde su estreno, mantiene su vigencia estética y sociológica. Sus 102 minutos trascurren como si fueran sólo 10.
La sublimidad en la producción de esta película debería servir de molde a algunos hacedores de fílmicas dominicanas, cuyas producciones no pasan de ser sumas veloces de imágenes casi superpuestas que descansan en el sólo criterio de la venta taquillera a fuerza de la ideología publicitaria del consumo.
La película se encuentra libre, en más de un canal de youtube.com, por lo que invito a verla y a convertirla en un objeto de análisis, a partir de las estructuras discursivas de los sustratos ideológicos que subyacen entramados en la intención estética que caracteriza este tipo de texto semiolingüístico.