Subestimar: la derrota de los "estrategas"
Cuando el partido de la Liberación Dominicana (PLD) escogió al joven profesor universitario de 41 años de edad como candidato presidencial en las elecciones de 1996, los adversarios se frotaron las manos adelantando que aquella competencia electoral sería un «paseo» para el doctor José Francisco Peña Gómez, uno de los líderes dominicanos de mayor arraigo popular del siglo XX.
Fue el propio Peña Gómez quien subestimó las potencialidades del bisoño peledeísta, de quien dijo no daba mayor importancia a su candidatura porque Fernández era un «pollito» sin experiencia en la lidia de gallos, en tanto él era un «gallo de traba», experimentado, sin oponente digno de preocupación. Peña Gómez, sus seguidores y buena parte del país entendían que solo había que esperar los resultados de las elecciones para que el gran líder de masas se terciara la banda presidencial.
Todo este debate no quedó en declaraciones recogidas en los diarios de circulación nacional. El doctor Peña Gómez y sus más cercanos colaboradores, también infravaloraron al doctor Leonel Fernández. De un 13 por ciento que obtuvo el PLD en las elecciones de 1994, el nuevo líder peledeísta lo había llevado a 30 por ciento en diciembre de 1995. Al contarse los votos emitidos en aquel certamen electoral el 16 de mayo, Fernández había alcanzado el 37 por ciento de los sufragios, hábil para disputarle la Presidencia al doctor Peña Gómez en una segunda vuelta.
El 30 de junio de 1996, el «pollito» dio la vuelta a la historia y ganó las elecciones con 1 millón 466 mil 382 votos (51.25 %), mientras Peña Gómez obtuvo 1 millón 394 mil 641 votos (48.75 %). Quien pueda atribuir aquellos resultados a la «suerte» u otros factores, es bueno recordar que otros personajes en la historia dominicana tuvieron excelentes oportunidades y no supieron aprovecharlas.
La condición de un líder con visión, carisma, inteligencia, perseverancia, control de sus emociones, abierto para escuchar, laborioso y astuto, solo se reúne en un hombre cada cien años.
Sus cualidades personales fueron las que le llevaron a triunfar en unas elecciones que estaban preparadas para Peña Gómez ganarlas, una vez imposibilitado para concurrir el doctor Joaquín Balaguer. El líder peledeísta fue astuto porque articuló un discurso positivo, negando los problemas del pasado al tiempo que atrajo los votos reformistas, de manera que pudiese ganar con el apoyo de éstos, respaldo que se ha mantenido casi invariable por el trato que personalmente ha dado a esos y otros aliados.
Leonel Fernández es quien lleva al PLD al poder por primera vez. El PLD sale del poder en el año 2000, entre otras razones, porque muchos de los dirigentes de ese partido no supieron interpretar la coyuntura, no leyeron el momento político al no darse cuenta, cuáles fuerzas operaron para empujar a que un partido de 16 mil militantes ganara la contienda electoral a otro tradicional, de masas como el PRD. Subestimaron la fuerza real de algunos aliados políticos y de la sociedad civil.
Eso explica que el desastre económico, unido al desorden administrativo-financiero provocado por la gestión perredeísta (2000-2004), generara en el imaginario público un abismal contraste para que Leonel Fernández se constituyera nuevamente en la referencia, justificado en una administración gubernamental (1996-2000) que adecentó las oficinas públicas, a lo que se suma la modernización de los servicios de las instituciones del Estado; sacó al país del enclaustramiento internacional y lo colocó en el centro de la agenda global; creó las primeras bases para impulsar la educación dignificando los sueldos de los maestros y estableció el desayuno escolar; creó los laboratorios de computadoras, generó becas para estudiantes universitarios, ejecutó obras de infraestructura básica (puentes, elevados y túneles); mejoró los sueldos de los médicos y las condiciones de los hospitales, erigiendo nuevos centros de salud regionales. Respetó los derechos humanos y el libre ejercicio del periodismo, amenazado luego en la administración de Mejía; inició la transformación de las viejas instituciones públicas, con una ola de reformas y reingeniería en el sistema administrativo y financiero, entre otras conquistas que no se pueden tapar con un dedo.
El paradigma 1996-2000 guió al elector dominicano para que en el 2004, desde la oposición (y a pesar de las artimañas de los estrategas de Hipólito Mejía), Leonel Fernández venciera en primera vuelta con 2 millones 63 mil 871 votos (57.1 %), la más alta que haya alcanzado un candidato, contra 1 millón 215 mil 928 (33.65%) .
Una vez llegó por segunda ocasión a la Presidencia, Fernández enfrentó un país caracterizado por una pérdida de la estabilidad macroeconómica, recesión, altos niveles de inflación y del denominado déficit cuasifiscal del Banco Central, elevado proceso de devaluación y fuga de capitales, incremento sustancial de la tasa de desempleo, así como la incorporación de más de un millón y medio de dominicanos de la pobreza, a la indigencia. Esto último es el estigma de Mejía, pero se obvia.
Fernández y su equipo económico tuvieron que atender dos grandes crisis, una de origen interno, derivada de la enorme inyección de liquidez otorgada en los años 2003-2004 para el rescate de los depositantes de los bancos colapsados, y otra de origen externo, correspondiente al aumento en los mercados externos de los precios promedio del petróleo y de los alimentos, y a la crisis internacional iniciada a finales del año 2007.
No obstante estos problemas, desde agosto del año 2004 al año 2012, la República Dominicana exhibe un crecimiento económico sostenido en un entorno de estabilidad macroeconómica, gracias a la implementación de una política económica previsora, vigilante y proactiva, que generó confianza en los agentes económicos. Durante los años 2005-2011, el crecimiento económico del país, por ejemplo, medido a través del PIB en términos reales, es decir, descontando el efecto de la variación de los precios, alcanzó un crecimiento promedio anual de 7.1 %, uno de los más elevados de América Latina y el Caribe.
Esos factores económicos y la gran impronta en infraestructura, seguridad social y educación fueron las razones por las cuales los dominicanos votaron por el PLD en 2006, 2008, 2010 y 2012. Si Leonel Fernández ha contribuido significativamente en dar, desde 1996 hasta la fecha, seis triunfos electorales al PLD, ¿ahora resulta que en términos electorales no tiene ningún valor?
No juegues, Magino, no quieras ignorar la historia política del país, pues como refirió Nicolás Maquiavelo «hay que ser zorro para conocer las trampas y león para espantar a los lobos».
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