Sistema para el desarrollo del campo dominicano

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El autor es Director Cibao Central del Consejo Regional de Desarrollo. Reside en San Francisco de Macorís

Conforme a evaluaciones de campo hechas por el  Consejo Regional de Desarrollo, Inc.  (CRD),  por medio de su dirección técnica,  los modelos y practicas neoliberales  que se les han impuesto a los habitantes de nuestras zonas agrícolas han acentuando la pobreza en las mismas, además de empujar a los campesinos y sus familias a tomar como  única alternativa  el refugiarse en  los cinturones de miseria de las ciudades.

 

Esto así,  por las  mismas haber  contribuido a la falta de incentivo a la producción agrícola, a la destrucción de las industrias agrarias como resulta el caso de los centrales azucareros, al abandono de las plantaciones de café y cacao, a la sustitución del tabaco por capas de importación de otros países, así como la eliminación del cultivo de maní, entre otros, con la agravante que las masivas importaciones de diversos rubros agrícolas contribuyeron arruinar el campo dominicano.

 

Con sus repercusiones muy negativas, las políticas neoliberales impusieron el modelo de Zonas Francas, contribuyendo a la destrucción de los principales rubros de exportación en los cuales se había forjado la economía dominicana, quedando nuevamente probado que ningún país se ha desarrollado en base a estas, sino soportado en la solidez de sus fuerzas y estructuras productivas.

 

Su producto ha sido, que el campo hoy se haya transformado en una fábrica de pobreza que se traslada a las periferias de las ciudades, creando barrios con grandes núcleos de miserias, para los cuales ya el Estado aparenta no tener solución.

 

Una política de pleno empleo hacia el campo:

 

Pese a  que en la actualidad existe un 70% de la población  que ya vive en las zonas urbanas o sus periferias y que la agricultura ha dejado de ser el medio de sustento de esas grandes masas humanas que ya no quieren que se le hable de volver al campo, para el CRD se impone una reorientación, para  el país hacia su presente y futuro encarar con eficiencia los problemas alimenticios locales y mundiales, así como, por las  invaluables riquezas naturales y agrícolas que detentan y que le corresponde explotar y desarrollar.

 

En el contexto referido entiende, que aunque nuestra realidad social y económica nos muestra como complejo y difícil promover una política de pleno empleo en el campo, junto al desarrollo que el mismo amerita,  en virtud de una explosión demográfica que nos ubica en los 10.5 millones de habitantes, con una composición rural y urbana prácticamente inversa a uno cuarenta años atrás, se trata de un reto indelegable del gobierno central y de los diversos sectores nacionales, a fin de lograr columnas que permitan vencer los altos grados de  pobreza y el atraso social que en la actualidad detenta República Dominicana.

 

Visualiza al efecto indispensable, tomar los fundamentos del modelo de desarrollo del campo que hace poco más de medio siglo inició Juan Bosch, agregando a éstos, una bien articulada implementación de las estrategias que ha formulado, para hacer de las zonas rurales entornos socioeconómicos que sirvan de columnas al desarrollo de nuestras estructuras y fuerzas productivas, además, como instrumentos ciertamente facilitadores del progreso social y  de la promoción humana de sus habitantes.

 

Un buen ejemplo a seguir para el CRD:

 

En el  rumbo que  sugiere,  invita procurar un acoplamiento  con el comportamiento asumido en sus áreas agrícolas y sectores sociales vulnerables  por  Bolivia,  nación  la cual que hasta hace apenas 10 años tenía junto Haití niveles de pobreza mucho más acentuados que República Dominicana, el segundo más pobre de América, sin embargo, hoy en día, tiene hasta satélite propio y sus reservas en divisas han sido elevadas más de 25 veces sin necesidad de endeudarse.

 

Cuyo resultante fue que allí simplemente llegó un Gobierno Nacional que rompió con la corrupción y las prácticas neoliberales, plenamente gobernando para su país y su gente, reduciendo la pobreza que encontró en más de un 50%, junto a obtener en su población indígena analfabeta que sobrepasaba  más de un 60% una tasa de alfabetismo total.

 

Cometido  este a emprender que para el Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD),  no se trata de un milagro, sino el buen fruto de un gobierno que asumió empoderarse y decidió romper las cadenas y con los males del neoliberalismo, como le corresponde hacerlo a la República Dominicana, tras la conquista del bienestar integral y el desarrollo sustentable requerido para todos los componentes de la sociedad dominicana, especialmente para los habitantes de nuestras zonas rurales.

JPM

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