Cataluña: un fenómeno digno de estudio

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EL AUTOR es odontólogo y escritor. Reside en España.

Se dice que la situación de Cataluña con varios de sus más connotados líderes del Referéndum ilegítimo del 1 de octubre de 2017 en España, es un fenómeno digno de estudio debido a la gran expectativa que ha despertado en torno a qué pasará al final con los involucrados ya sentados en el banquillo. Hace días, el 24 de mayo de 2019, con la renuncia de Theresa May y el nuevo asentamiento del Brexit en Gran Bretaña y la pronunciada decisión del grupo de Boris Johnson, del que ya se dice arrasa en la primera criba, al no dar cauce a las ideas de los europeístas y salir de la UE en forma abrupta, sin negociación, asunto éste que tiene tambaleándose los cimientos, hasta ayer muy bien sentados, de la Europa del presente, vimos que las cosas, respecto de la nueva Europa, tienen, necesariamente, que redefinirse. No olvidamos, lo que significó la irrupción de Syriza con Alexis Tsipras en Grecia y, de nuevo, los problemas suscitados en la Italia de hoy, confusa, titubeante, atenta de reafirmar nueva vez su relanzamiento de nación tomada muy en cuenta, con Sergio Mattarella a la cabeza, porque, en lo que hemo visto en corto tiempo, los ciclos democráticos, ya reverdecidos, ya romanizados, ya esplendorosos, ya intimidados, ya florecidos, volvemos a la reversa continua.

El ruido que se dice se ha armado en la Unión Europea con el caso del Brexit, en Gran Bretaña, y las acusaciones de corrupción a presidentes y candidatos electos que han tenido que dimitir, no es simplemente una estridencia mal medida, es algo más, a pesar de que Europa ha tomado la decisión de jugársela en múltiples ocasiones y hacer así el esfuerzo para que se le deje de acusar, desde la voz de sus amigos del norte de las Américas, de estar caminando por los rigores de la nueva historia tal reptil  cambiando la piel regida por el juego que le marcan las situaciones que los promotores de las mismas se afanan en que se vean como actos de la sorpresa.

Y, se ha repetido, parece que fue ayer, cuando toda la Unión Europea tuvo el remeneón con la situación suscitada en Grecia y el Partido Syriza, de Alexis Txipras. Fue como si el propio suelo de la Unión viese, de forma muy seria, amenazada sus estructuras e instituciones con el nacimiento de un “comunismo que parecía, de enterrado a renovado”, en una de sus naciones anejas que, aunque no necesariamente económico del todo –como algunos creen todavía-, fue simbólico, primordialmente de imagen, para cuidar lo que un partido político había ofrecido a sus seguidores; se trataba de la nación donde tuvo lugar el despertar antiguo del arte; el primer fuego de la democracia; la cuna sin competidor del surgimiento del saber a través de las letras y la filosofía.

Esta, sin embargo, no es la única situación espesa por la que pasa la Unión Europea (UE). El auge de las organizaciones y partidos de ultraderecha, tales como VOX, el Vlans, el Frente Nacional Popular o el Partido Nacional de Alemania y Agrupación Nacional, son solo ejemplos de lo que tenemos en la actualidad como nuevos desafíos al trayecto político de las instituciones que forman el verdadero ornato y las acciones a ser ejecutadas del viejo continente.

A este respecto, ya Emmanuel Jean-Michel Frederick Macrón, presidente de Francia, volvía a hacer en el día de ayer un llamado serio a los partidos de derecha de la España actual para que midieran sus pasos a dar en la dirección de asociarse con el observado grupo.

Sabemos, pues, que ante las tensiones, que parecen no percibidas, sin lugar a equivocarnos, la Unión Europea, cimiento de la historia que ha superado todo batir de los movimientos sociales más profundos, y, sin dudas,  referente universal del saber, la lucha por el asentamiento de la emancipación de los pueblos a través del enciclopedismo, la ilustración, el Siglo de Oro… tiene como retos, un momento especial que pregona el nuevo despertar, la reflexión y estudio del camino emprendido una vez para no dar marcha atrás.

El reciente quindenio que acabamos de ver concluir hace, apenas cuatro años, nos hizo vivir momentos intensos, en términos económicos, y, de cara a la centuria que en el presente milenio nos espera, es de lógica social colegir que, en la medida en que avance la presente era tecnológica que ha dado a luz, nada menos que casi siete mil millones de periodistas a través de los aparatos de telefonía móviles así como el desarrollo de otras nuevas, dinámicas y desconocidas preñeces, hacer el llamado ante estos momentos de movimientos y grupos sociales y políticos de acciones, fases y propósitos seriamente desconocidos, no queda como algo simple, sino contundentemente propio de ser razonado. Demos vuelta atrás y recordemos solo los primeros pasos de Hitler, de Mussolini, Franco o de Antonio de Oliveira Salazar.

Es innegable que la estructura está padeciendo serios fallos esculturales en término de ritmo y movimiento, y puede que hasta en la tapicería de los propios lienzos que se revisten del manto azul de estrellas doradas que una vez concibiera el pintor estrasburgués Arsène Heitz, cosa que la cámara de los gestores europeístas está llamada a revisar, rediseñar y adaptar a las exigencias a partir –sin tardar- del próximo bienio.

¿Se exige o se busca, quizás, una nueva Europa -por lo que sabemos del pensador y escritor polaco Czeslaw Milosz- o estaríamos, de veras, luchando entre la telaraña del “pensamiento cautivo del hombre moderno aseverado en su obra por la obra del mismo autor”? Pienso, sí, en relación a esto, que Europa se renueva, pero el esfuerzo debe tomar un poco más de la sinergia a partir de la que le exigen los tiempos actuales.

Sí pensamos, por supuesto, que la desigualdad social que aún prevalece en algunos países del sur de la UE actual; si observamos que la Unión debe acudir a redefinir la relación con los pueblos que la conforman; si reflexionamos sobre los últimos informes respecto de las ONGs diseminadas en todo el viejo continente sobre el avance de la exclusión social y una marcada y significativa merma en la solidaridad humana; si contamos que las entidades financieras han sentido y extrapolado a niveles nunca estimados su desconfianza; si volvemos a percibir como Europa permanece aveces en estado contemplativo ante las acciones de Estados, Rusia y China en aspectos de Geopolítica altamente trascendentales, esto debe llamar poderosamente la atención de los grupos asentados en ciclos de decisión en Bruselas, en Berlín, en París, en Madrid, Lisboa…

Los veintiocho (28) estados de la Unión Europea, sabemos ya han empezado, de forma particular, un levantamiento y ciclo de sesiones, con convocatoria de los grupos sociales más incidentes, pero hace falta más; hace falta la toma de verdaderas decisiones para retomar, en común; un timonear del nuevo norte de las naciones llamadas a la promoción de la mesura cuando se pierde con los continuos cambios en las fauces del águila esculpida en los intramuros de acero del norte de América y el tigre de Siberia y el dragón de los dos gigantes de Asia.

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