Santiago Apóstol de Managua, una catedral detenida en el tiempo
MANAGUA, (Por Francisco G. Navarro, Prensa Latina).- Las agujas del reloj marcaban las 12:35 de la madrugada infernal cuando el tiempo se detuvo para la catedral de Santiago Apóstol de Managua.
El terremoto que dejó en ruinas la capital de Nicaragua en los primeros minutos del 23 de diciembre de 1972 impactó la estructura del templo, pero dejó en pie sus paredes, como si hubiera necesidad de escribir un testimonio con la firma de las fuerzas desbocadas de la naturaleza.
Aquel zarpazo telúrico fue el segundo que sacudió la armazón metálica, encargada a la fábrica belga Adler para que le sirviera de esqueleto ferroso a la iglesia, cuando monseñor José Antonio Lezcano, primer Arzobispo de Managua, decidió en 1925 llegada la hora de dotar a la capital de una catedral metropolitana con todas la de la ley.
El 31 de marzo de 1931, Martes Santo para más señas, un sismo de seis grados en la escala Richter devastó la capital nica, mayormente edificada entonces en taquezal, estructura de madera con entrepaños rellenos de piedras, revestidos de argamasa, mezcla de agua con lodo y hierba.
Pero el esqueleto belga quedó en pie y permitió que la catedral fuera inaugurada el 1 de diciembre de 1938 y consagrada el 24 de julio de 1946.
Entre los millones de imágenes que pueblan su iconografía están las tomadas el 20 de julio de 1979, cuando su fachada sirvió de tribuna a la guerrilla del Frente Sandinista que acababa de derrotar a la dictadura de los Somoza, mientras un océano de pueblo festejaba el acontecimiento que partía en dos la historia de Nicaragua.
Casi medio siglo después del último cataclismo la primera catedral de Managua lleva a cuestas el epíteto de antigua, sin cumplir siquiera el siglo de la colocación de su primera piedra.
Tres palmas reales hacen de guardianes del silencio y por si hiciera falta, el reloj del campanario sur atestigua una historia con más páginas de ruina que de iglesia.
(Tomado de Orbe)