OPINION: Salvemos el turismo
El turismo es la principal actividad económica de la República Dominicana. Con la caída de la industria azucarera y la salida de parte de la zona franca, es el principal productor de divisas. La mayor parte de los dólares que sustentan el desarrollo nacional provienen del turismo o las remesas de los ausentes.
Ahora mismo la actividad turística está pasando por un mal momento. Es hora de modernizar la propaganda, saber cómo dirigir el mensaje, buscar soluciones que sean de interés nacional, y sobre todo, reconocer que cualquier hecho negativo que ocurra en República Dominicana será explotado por la competencia internacional.
Los dominicanos no se encuentran solos en el mercado turístico internacional. Tienen que ir a lidiar con fuertes competidores que van desde Cuba, México, Centro y Sudamérica, y otros destinos de mucha importancia. Las ex-posiciones inglesas en el Caribe son grandes atractivos, que atraen a miles de visitantes todos los años.
De hecho, es una guerra abierta la que hay en los principales destinos turísticos, para atraer visitantes. Es una guerra sin fúsiles, pero si con mucha propaganda, juegos de ideas, y posiciones de zancadilla. En ese mercado agresivo es que se encuentra compitiendo la República Dominicana.
Hechos de violencia que se han dado en los últimos meses, y hasta años, dejan hoy en un horno difícil a la industria del turismo nacional. Hay que hacer que la comunidad internacional renueve la confianza, hay que vencer los mensajes negativos de los tours operadores internacionales. Hay que rediseñar modelos publicitarios, y sobre todo, comprender que la exposición permanente en la prensa de actos de violencia ocurridos aquí, aleja a los turistas.
Podemos llegar a los diez millones de visitantes en meses, pero también puede descender el número de veraneantes. Hay que sacudirse de la exposición a la libre de la violencia cruel que nos atormenta. Los turistas no van a países donde podría correr peligro su integridad física o sus bienes.
La presente ola de violencia no puede ser atajada en forma milagrosa. Se tiene que enfrentar con mucho sigilo y detenimiento. Hay que pensar que los resultados de esa violencia lo sufren los dominicanos, les puede meter mucho miedo a los turistas. Hay que redoblar los esfuerzos para vender a República Dominicana como una zona de paz.
Aquí la violencia es robos, atracos, sicariato; no hay sangre y golpeo físico en el sector político. Todo se puede arreglar con el concurso de todos los dominicanos. Hay que pensar en una cruzada nacional para tratar de preservar la llegada de los turistas. No puede ser abordado como un hecho aislado, ni en forma excluyente. El futuro del país está en que siga el desarrollo turístico. Que no se mate la industria sin chimenea. ¡Ay!, se me acabó la tinta.