Rosario: hay algo más pesado
El despojo de los visados del presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Roberto Rosario, por parte de la embajada estadounidense en República Dominicana, oculta algo más pesado y crucial de lo que se cree; si el funcionario electoral no ha robado, matado, ni se le puede acusar de corrupción, aquí hay un desliz que traspasa fronteras.
Sospechamos que por unas elecciones generales plagadas de irregularidades los Estados Unidos y sus representativos, no habrían actuado de la manera que lo hicieron contra el principal funcionario de la JCE. Aunque el fondo de este asunto, no justifica el atropello de la acción.
Creemos que hay un asunto que pesa más de lo que uno cree, al menos para las autoridades de los Estados Unidos debido a que, previo a la cancelación de visa personal y la de funcionario de Rosario, el embajador Charlie Brewster, se reunió con el presidente Danilo Medina y con el nuevo canciller, Miguel Vargas. Hay la impresión de que expuso valederas razones para tomar tal decisión.
Aunque consideramos que nuestro criterio al respecto obedece a simple especulación o conjeturas, sospechamos que
más que otros nimios detalles y enfrentamientos entre el embajador Brewster y Rosario, en este impasse debe haber un asunto que se relaciona con la violación a los derechos humanos.
Encerrados en su chauvinismo, los dominicanos no reparan en que somos un país satelital inserto en un archipiélago del Caribe. Además no estamos solos ni aislados y lo que consideramos soberanía, es muy relativa con respecto a los tratados y acuerdos con otros países.
Lo que queremos decir es, que aunque muchos no lo aceptemos, Roberto Rosario violó el derecho de la dominicanidad a dominicanos de ascendencia haitiana. Podría alegarse que si es así debieron de despojar de sus visados a los miembros del Tribunal Constitucional (TC), quienes implementaron la sentencia 168-13.
Pero resulta que por vía del mismo Medina, ante la atroz de ese dictamen se implementó la contraparte con la normativa 169-14. O lo que es lo mismo, que desde el principio la ley del TC fue considerada injusta y cuestionada por amplios sectores, tanto nacionales como internacionales.
Roberto Rosario, aunque no queramos admitirlo, violó las disposiciones de la última disposición contenidas en la 169-14; y ello se ha comprobado fehacientemente.
No hay espacio para entrar en detalles; lo que sí es cierto que somos signatarios de disposiciones internacionales que no podemos obviar. Incurrimos en rubricar ciertos tratados y queremos ser plenamente soberanos. Con respecto al caso que nos compete, es imposible. No podemos ser un estado desordenado y, al mismo tiempo, ser soberano para un asunto, y para otros no. Por atraso e inexperiencia rubricamos capitales acuerdos con otras naciones, que luego no queremos cumplir.
JPM
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