Ricos, pobres y pobreza en un mismo territorio

Dada la situación paradójica entre la riqueza, los pobres y la pobreza que cohabitan en contexto de la Macro Región Sureste, la Oficina Técnica Territorial del Consejo Regional de Desarrollo Territorial ha considerado pertinente abordar la temática desde una perspectiva antropológica  e histórica, pedagógica y sobre todo vinculada a la deuda social contraída por el Estado moderno.
 
La Región Sureste es la que más aporta al Producto Interno Bruto. En términos reales es primera en cítricos, ganadería, caña de azúcar, turismo, divisas,  chinola, miel de abeja, cemento y en infraestructura vial. En otros rubros como el cacao, el coco, el arroz,  la pesca, y el comercio y la industria está entre los primeros lugares.
 
Si bien es cierto que esta realidad nos descubre rica, no es menos cierto que en términos de ricos somos pobres, y a nivel de pobres y pobreza somos ricos y abundantes hasta la saciedad indiscutible y perfectible.
 
De cada 100 dólares  que entra al país, 72 dólares, entran por la Región Este.
 
Ante tanta riqueza y bonanza ajena, se nos parece impropia, a toda reflexión, aprendizaje, pensar que hay comunidades (provincia de Hato Mayor) como Mata Palacio, Yerba Buena, y Las Cañitas que tienen altos porcentajes de hogares pobres; 91.5%, 83.7% y 74.5% respectivamente. Hay otras tantas comunidades (provincias de San Pedro de Macorís, El Seibo, Monte Plata y La Altagracia) donde los porcentajes de hogares pobres superan el 73%.
 
Algo anda mal y no es en Dinamarca, en tanto nos queda  cercano el mal, sus actores, el libreto de reparto y sus protagonistas, afectados y beneficiarios del espectáculo de ricos, pobres y pobreza a granel.
 
Por un lado tenemos las modernas carreteras   que une a Santo Domingo/San Pedro de Macorís, La Romana, Higüey e Higüey/Miches, y por otro la de Las Américas (Santo Domingo)/Monte Plata/Samaná de primer orden. Por otro lado tenemos más de cinco (5) mil kilómetros de carreteras y caminos rurales, y urbanos inter provincial, municipal y regional con más de cinco décadas de abandono total y parcial.
 
Carecemos de intercomunicación, moderna, a nivel provincial, municipal y regional. Nos cuesta, caro, por demás la interconexión comercial, industrial, agropecuaria, cultural, artesanal, histórica, comunitaria, religiosa, y turística. Somos una región barata en el contexto vial y a nivel del aporte y tenencia de las tierras al sistema capitalista, centrado en el principio de la propiedad privada.
Hoy, más que ayer, debe ser la consigna, el grito de Cotubanamá, de Higüey, de Macorís, y del presente, el reclamar un nuevo y mejor sistema de planificación, presupuesto e inversión pública territorial.
 
La Macro Región Sureste aporta al erario más del 60% del Producto Interno Bruto. Y el reclamo del Consejo Regional de Desarrollo Territorial, al Estado, es  el de invertir en la región el 30% de lo que aportamos al mercado productivo nacional y a los ingresos fiscales. Somos socios en la inversión, en el mercado y esclavos en los beneficios, y en el gasto y en la asignación presupuestaria para financiar las obras que reclaman el estadio del desarrollo, y los desafíos del porvenir presente.
 
El proceso de modernización y capitalización de las empresas del Estado nos ha dejado en el oscurantismo más claro y más obscuro. Más claro, pues por lo notorio que resulta de la pobreza su estela. Y caro, porque no hemos podido lograr recuperar la inversión patrimonial, financiera, y crediticia de cara a la ruptura con un legado mercantilista que ha roído la moral y el capital de trabajo necesario para rebasar el subdesarrollo. Obscuro en tanto la secuela de  pobreza y los pobres se han multiplicado y vestido de luto a toda la región que los cielos claros y azules de un pasado, no lejano, nos nubla los sentidos y la esperanza financiera de rebasar la longitud de nuestra propia sombra tenebrosa.
 
 Ante tan cruda realidad no nos queda otra opción que reclamar, a viva voz en tanto trabajar para cambiar de modelo productivo, del Estado y la propia estructura, tareas y funciones del Estado, per se.
 
Si la fábrica de ricos, pobres y miseria es válida para la Macro Región Sureste (Cotubanamá), lo es por igual para la Región Sur.
 
El país, hoy más que ayer, vive entramado al estadio, inferior, del sector productivo primario (pesca, ganadería y agricultura).
 
Los municipios de la Macro Región Cotubanamá carecen de plantas de tratamientos de las aguas negras. Los desechos de los hospitales, sanitarios (letrinas), aguas cloacales y el desagüe del alcantarillado van del rio a los acueductos de la región.
 
Un sistema de planificación, presupuesto e inversión, y el modelo legislativo territorial, respectivamente, bien pueden garantizar insertar al presupuesto público las obras e infraestructura que el estadio del desarrollo territorial reclama.
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